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parece una cosa tan deslustrada la claridad del sol que vemos, en comparacion de aquella claridad y luz, que se representa á la vista, que no se querrian abrir los ojos despues.

Es como ver un agua muy clara, que corre sobre cristal, y reverbera en ella el sol, á una muy turbia y con gran nublado, y que corre por encima de la tierra. No porque se le representa sol, ni la luz es como la del sol; parece en fin luz natural, y esta otra cosa artificial. Es luz que no tiene noche, sino que como siempre es luz, no la turba nada.

En fin es de suerte, que por grande entendimiento que una persona tuviese, en todos los dias de su vida podria imaginar cómo es; y pónela Dios delante tan presto, que aun no hubiera lugar para abrir los ojos, si fuera menester abrirlos; mas no hace mas estar abiertos que cerrados, cuando el Señor quiere, que aunque no queramos se ve. No hay divertimiento que baste, ni hay poder resistir, ni basta diligencia, ni cuidado para ello. Esto tengo yo bien esperimentado, como diré.

Lo que yo ahora querria decir, es, el modo como el Señor se muestra por estas visiones: no digo, que declararé de que manera puede ser poner esta luz tan fuerte en el sentido interior, en el entendimiento imágen tan clara, que parece verdaderamente está allí, porque esto es de letrados: no ha querido el Señor darme á entender el cómo; y soy tan inorante y de tan rudo entendimiento, que aunque mucho me lo han querido declarar, no he aun acabado de entender el cómo. Y esto es cier-