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tender secretos y grandezas suyas, el deleite tan sobre cuantos acá se pueden entender, que bien con razon hace aborrecer los deleites de la vida, que son basura todos juntos. Es asco traerlos á ninguna comparacion aquí, aunque sea para gozarlos sin fin. Y de estos ¿qué da el Señor? sola una gota de agua del gran rio caudaloso, que nos está aparejado.

Vergüenza es, y yo cierto la he de mí, y si pudiera haber afrenta en el cielo, con razon estuviera yo allá mas afrentada. ¿Por qué hemos de querer tantos bienes, y deleites, y gloria para sin fin, todos á costa del buen Jesus? ¿No llorarémos siquiera con las hijas de Jerusalen, ya que no le ayudemos á llevar la cruz con el Cirineo? Qué ¿con placeres y pasatiempos hemos de gozar lo que él nos ganó á costa de tanta sangre? Es imposible.

¿Y con honras vanas pensamos remediar un desprecio, como El sufrió, para que nosotros reinemos para siempre? No lleva camino. Errado, errado va el camino, nunca llegarémos allá. Dé voces vuesa merced en decir estas verdades, pues Dios me quitó á mí esta libertad. A mí me las querria dar siempre, y oyóme tan tarde, y entendí á Dios, como se verá por lo escrito, que me es gran confusion hablar en esto, y ansí quiero callar: solo diré lo que algunas veces considero. Plega al Señoo me traiga á términos, que yo pueda gozar de esr bien. ¿Qué gloria accidental será, y que contentt de los bienaventurados, que ya gozan de estoe cuando vieren, que aunque tarde, no les quedó,