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grande: parecióme ví abrir los cielos, no una entrada como otras veces he visto. Representóseme el trono, que dije á vuesa merced he visto otras veces, y otro encima de él, adonde, por una noticia que no sé decir, aunque no lo ví, entendí estar la Divinidad. Parecíame sostenerle unos animales, á mí me parece he oído una figura de estos animales:

pensé si eran los Evangelistas, mas como estaba el trono, ni qué estaba en él, no ví sino muy gran multitud de ángeles. Pareciéronme sin comparacion con muy mayor hermosura, que los que en el cielo he visto. He pensado si son serafines, ó cherubines, porque son muy diferentes en la gloria, que parecia tener inflamamiento: es grande la diferencia, como he dicho. Y la gloria que entonces en mí sentí, no se puede escribir, ni aun decir, ni la podrá pensar quien no hubiere pasado por esto. Entendí estar allí todo junto lo que se puede desear, y no ví nada. Dijéronme, y no sé quien, que lo que allí podia hacer era entender que no podia entender nada, y mirar lo nonada que era todo en comparacion de aquello: es ansí, que se afrentaba después mi alma de ver, que pueda parar en ninguna cosa criada, cuantimas aficionarse á ella; porque todo me parecia un hormiguero.

Comulgué y estuve en la misa, que no sé como pude estar: parecióme había sido muy breve espacio, espantéme cuando dió el relox y ví que eran dos horas las que habia estado en aquel arrobamiento y gloria. Espantábame despues como en' llegando á este fuego (que parece vino de arriba de verda-