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que en verme ansí entenderia la miseria que era si El se apartaba de mí, y que no habia siguridad mientras viviamos en esta carne. Dióseme á entender, cuán bien empleada es esta guerra y contienda, por tal premio, y parecióme tenia lástima el Señor de los que vivimos en el mundo; mas que no pensase yo me tenia olvidada, que jamás me dejaria, mas que era menester hiciese yo lo que. es en mí. Esto me dijo el Señor con una piedad, y regalo, y con otras palabras en que me hizo harta merced, que no hay para qué decirlas. Estas me dice su Majestad muchas veces, mostrándome gran amor Ya eres mia y yo soy tuyo. ¿Qué se me da, Señor, á mí de mí, sino de Vos? Son para mí estas palabras, y regalos tan grandísima confusion, cuando me acuerdo la que soy, que como he dicho, creo otras veces, y ahora lo digo algunas á mi confesor, mas ánimo me parece es menester para recibir estas mercedes, que para pasar grandísimos trabajos. Cuando pasa, estoy casi olvidada de mis obras, sino un representárseme que soy ruin, sin discurso de entendimiento, que tambien me parece á veces sobrenatural.

Viénenme algunas veces unas ansias de comulgar tan grandes, que no sé si se podria encarecer.

Acaecióme una mañana, que llovia tanto, que no parece hacia para salir de casa. Estando yo fuera de ella, yo estaba ya tan fuera de mí con aquel deseo, que aunque me pusieran lanzas á los pechos, me parece entrara por ellas, cuantimas agua.

Como llegué á la Ilesia, dióme un arrobamiento