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amigos, parientes, y, lo que mas espanta, personas muy buenas. De todo me ví después tan apretada, pensando ellos que hacian bien, que yo no sabia cómo me defender ni qué hacer.

¡Oh válame Dios, si dijese de las maneras, y diferencias de trabajos, que en este tiempo tuve, aun despues de lo que atrás queda dicho, como seria harto, aviso para del todo aborrecerlo todo! Fué la mayor persecucion, me parece, de las que he pasado. Digo, que me ví á veces de todas partes tan apretada, que solo hallaba remedio en alzar los ojos al cielo y llamar á Dios: acordábame bien de lo que habia visto en esta vision. Hízome harto provecho para no confiar mucho de nadie, porque no le hay que sea estable, sino Dios. Siempre en estos trabajos grandes no enviaba el Señor, como me lo mostró, una persona de su parte, que me diese la mano, como me lo habia mostrado en esta vision, sin ir asida á nada, mas de contentar al Señor, que ha sido para sustentar esa poquita de virtud, que yo tenia, en desearos en servir: seais bendito por siempre.

Estando una vez muy inquieta y alborotada, sin poder recogerme, y en batalla y contienda, yéndoseme el pensamiento á cosas que no eran perfetas (aun no me parece estaba con el desasimiento que suelo) como me ví ansí tan ruin, tenia miedo si las mercedes, que el Señor me habia hecho, eran ilusiones: estaba en fin con una escuridad grande de alma. Estando con esta pena, comenzóme á hablar el Señor, y díjome, que no me fatigase,