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suave, como metida en un silbo. Yo me espelucé toda, que me hizo temor, y quisiera entender lo que me decia; mas no pude, que pasó muy en breve.

Pasado mi temor, que fué presto, quedé con un sosiego y gozo y deleite interior, que yo me espanté, que solo oir una voz (que esto oílo con los oidos corporales) y sin entender palabra, hiciese tanta operacion en el alma. En esto ví, que se habia de hacer lo que pedia, y ansí fué, que se me quitó del todo la pena, en cosa que aun no era (como si lo viera hecho) como fué despues. Díjelo á mis confesores, que tenia entonces dos, harto letrados y siervos de Dios.

Sabia que una persona, que se habia determinado á servir muy de veras á Dios, y tenido algunos dias oracion, y en ella le hacia su Majestad muchas mercedes, que por ciertas ocasiones que habia tenido, la habia dejado, y aun no se apartaba de ellas, y eran bien peligrosas. A mí me dió grandísima pena, por ser persona á quien queria mucho, y debia: creo fué mas de un mes que no hacia sino suplicar á Dios tornase esta alma á sí. Estando un dia en oracion, ví un demonio cabe mí, que hizo unos papeles que tenia en la mano pedazos con mucho enojo y á mí me dió gran consuelo, que me pareció se habia hecho lo que pedia: y ansí fué (que despues lo supe) que habia hecho una confesion con gran contricion, y tornóse tan de veras á Dios, que espero en su Majestad ha de ir siempre muy adelante: sea bendito por todo, amen.

En esto de sacar nuestro Señor almas de pecados