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que habia hecho algo por Vos, Señor mío; mas pues no puede haber buen pensamiento, si Vos no lo dais, no hay que me agradecer, yo soy la deudora, Señor, y Vos el ofendido.

Liegando una vez á comulgar, ví dos demonios con los ojos del alma, mas claro que con los del cuerpo, con muy abominable figura. Paréceme que los cuernos rodeaban la garganta del pobre sacerdote y ví á mi Señor con la majestad que tengo dicha, puesto en aquellas manos, en la forma que me iba á dar, que se veia claro ser ofendedoras suyas, y entendí estar aquel alma en pecado mortal.

¿Qué sería, Señor mío, ver esta vuestra hermosura entre figuras tan abominables? Estaban ellos como amedrentados y espantados delante de Vos, que de buena gana parece que huyeran, si Vos los dejárades ir. Dióme tan gran turbacion, que no sé cómo pude comulgar, y quedé con gran temor, parecióndome que si fuera vision de Dios, que no primitiera su Majestad viera yo el mal que estaba en aquel alma. Díjome el mesmo Señor, que rogase por él, y que lo habia primitido, para que entendiese yo la fuerza que tienen las palabras de la consagracion, y como no deja Dios de estar allí por malo el sacerdote que las dice, y para que viese su grande bondad, como se pone en aquellas manos de su enemigo, y todo para bien mio y de todos. Entendi bien, cuán mas obligados están los sacerdotes á ser buenos que otros, y cuán recia cosa es tomar este santísimo Sacramento indinamente, y cuán señor es el demonio de el alma que está en pecado mortalque sea