Página:Su vida - Santa Teresa de Jesús - Tomo II (1927).pdf/201

Esta página no ha sido corregida
199
 

con ello viviera mas contento, que siendo pobre, y no le costara la vida. ¡Oh riqueza de los pobres, y qué admirablemente sabeis sustentar las almas, y sin que vean tan grandes riquezas, poco a poco se las vais mostrando! Cuando yo veo una majestad tan grande, disimulada en cosa tan poca, como es la hostia, es ansí, que despues acá á mí mé admira sabiduría tan grande, y no sé cómo me da el Señor ánimo y esfuerzo para llegarme á El, si el que me ha hecho tan grandes mercedes, y hace, no me le diese; ni seria posible poderlo disimular, ni dejar de decir á voces tan grandes maravillas. Pues ¿qué sentirá una miserable como yo, cargada de abominaciones, y que con tan poco temor de Dios ha gastado su vida, de verse llegar á este Señor de tan gran majestad, cuando quiere que mi alma le vea?

¿Cómo ha de juntar boea, que tantas palabras ha hablado contra el mesmo Señor, á aquel cuerpo gloriosísimo, lleno de limpieza y de piedad? Que, duele mas y aflige el alma, por no le haber servido, el amor que muestra aquel rostro de tanta hermosura con una ternura y afabilidad, que temor pone la majestad que ve en El. Mas qué podria yo sentir dos veces que vi esto que dije? Cierto, Señor mío y gloria mía, que estoy por decir, que en alguna manera en estas grandes afliciones que siente mi alma, he hecho algo en vuestro servicio. ¡Ay, que no sé qué me digo, que, casi sin hablar yo, escribo ya esto! Porque me hallo turbada, y algo fuera de mí, como he tornado á traer á mi memoria estas cosas. Bien dijera, si viniera de mí este sentimiento,