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bia, y ponia una corona, y agradeciéndome lo que habia hecho por su Madre.

Otra vez estando todas en el coro en oracion, despues de Completas, ví á nuestra Señora con grandísima gloria, con manto blanco, y debajo de él parecia ampararnos á todas: entendí cuán alto grado de gloria daria el Señor á las de esta casa.

Comenzado á hacer el oficio, era mucha la devocion que el pueblo comenzó á tener con esta casa: tomáronse mas monjas, y comenzó el Señor á mover á los que mas nos habian perseguido, para que mucho nos favoreciesen, y hiciesen limosna, y ansi aprobaban lo que tanto habían reprobado, y poco á poco se dejaron del pleito, y decian que ya entendian ser obra de Dios, pues con tanta contradicion su Majestad habia querido fuese adelante. Y no hay al presente nadie, que le parezca fuera acertado dejarse de hacer, y ansí tienen tanta cuenta con proveernos de limosna, que sin haber demanda, ni pedir á nadie, los despierta el Señor, para que nos la envien, y pasamos sin que nos falte lo necesario, y espero en el Señor será ansí siempre; que, como son pocas, si hacen lo que deben, como su Majestad ahora les da gracia para hacerlo, sigura estoy que no les faltará, ni habrán menester ser cansosas, ni importunar á nadie, que el Señor se terná cuidado como hasta aquí, que es para mi grandísimo consuelo de verme aquí metida con almas tan desasidas. Su trato es entender como irán adelante en el servicio de Dios. La soledad es su consuelo, y pensar de ver á nadie, que no sea para