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Bendito sea El que todo lo da y en cuyo poder se puede.

Quedé bien cansada de tal contienda, y riéndome de el demonio, que ví claro ser él. Creo lo primitió el Señor, porque yo nunca supe que cosa era descontento de ser monja, ni un momento, en veinte y ocho años y mas, que ha que lo soy, para que entendiese la merced grande, que en esto me habia hecho, y de el tormento que me habia librado; y tambien para que si alguna viese lo estaba, no me espantase, y me apiadase de ella, y la supiese consolar. Pues pasado esto, queriendo despues de comer descansar un poco (porque en toda la noche no habia casi sosegado, ni en otras algunas dejado de tener trabajo y cuidado, y todos los dias bien cansada), como se habia sabido en mi monesterio y en la ciudad lo que estaba hecho, habia en él mucho alboroto, por las causas que ya he dicho, que parecia llevaban algun color. Luego la perlada me envió á mandar, que á la hora me fuese allá. Yo en viendo su mandamiento, dejo mis monjas harto penadas, y voyme luego. Bien vi que se me habian de ofrecer hartos trabajos, mas como ya quedaba hecho, muy poco se me daba. Hice oracion, suplicando al Señor me favoreciese, y á mi padre san José que me trajese á su casa, y ofrecíle lo que habia de pasar; y muy contenta se ofreciese algo en que yo padeciese por El, y le pudiese servir, me fuí, con tener creido luego me habian de echar en la cárcel: mas, á mi parecer, me diera mucho contento, por no hablar