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amigo de personas, que via ansí determinadas á servir al Señor, que luego se aficionó á favorecerle; y el aprobarlo este santo viejo (1), y poner mucho con unos y con otros, en que nos ayudasen, fué el que lo hizo todo. Si no viniera á esta coyuntura, como ya he dicho, no puedo entender cómo pudiera hacerse, porque estuvo poco aquí este santo hombre (que no creo fueron ocho dias, y esos muy enfermo) y desde ha muy poco le llevó el Señor consigo. Parece que le habia guardado su Majestad hasta acabar este negocio, que habia muchos dias, no sé si mas de dos años, que andaba muy malo.

Todo se hizo debajo de gran secreto, porque á no ser ansí, no sé si pudiera hacer nada, sigun el pueblo estaba mal con ello, como se pareció despues. Ordenó el Señor, que estuviese malo un cuñado mio, y su mujer no aquí, y en tanta necesidad, que me dieron licencia para estar con él, y con esta ocasion no se entendió nada, aunque en algunas personas no dejaba de sospecharse algo, mas aun no lo creian. Fué cosa para espantar, y que no estuvo mas malo de lo que fué menester para el negocio, y, en siendo menester tuviese salud, para que yo me desocupase y él dejase desembarazada la casa, se la dió luego el Señor, que él estaba maravillado. Pasé harto trabajo en procurar con unos y con otros que se admitiese, y con el enfermo, y con oficiales, para que se aca(1) Verdaderamente es esta casa de San José, decia San Pedro Alcántara al ver el convento naciente, porque en ella se me representa el pequeño hospicio de Belen.

SANTA TERESA DE JESUS.—T. II.

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