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sin grandísima confusion de ver el título con que me llevaban, y como se engañaban tanto: esto me hacia importunar mas á el Señor, para que no me dejase. Consolábame mucho, que habia casa de la Compañía de Jesus en aquel lugar adonde iba, y con estar sujeta á lo que me mandasen, como lo estaba acá, me parecia estaria con alguna siguridad. Fué el Señor servido, que aquella señora se consoló tanto, que conocida mijoria comenzó luego á tener, y cada dia mas se hallaba consolada.

Túvose á mucho, porque como he dicho, la pena la tenia en gran aprieto; y debíalo de hacer el Señor, por las muchas oraciones, que hacian por mí las personas buenas, que yo conocia, porque me sucediese bien. Era muy temerosa de Dios, y tan buena, que su mucha cristiandad suplió lo que á mí me faltaba. Tomó grande amor conmigo: yo se le tenią harto de ver su bondad, mas casi todo me era cruz, porque los regalos me daban gran tormento, y el hacer tanto caso de mí, me traia con gran temor. Andaba mi alma tan encogida, que no me osaba descuidar, ni se descuidaba el Señor, porque estando allí me hizo grandísimas mercedes, y estas me daban tanta libertad, y tanto me hacian despreciar todo lo que via (y mientras mas eran, mas) que no dejaba de tratar con aquellas tan señoras, que muy á mi honra pudiera yo servirlas, con la libertad, que si yo fuera su igual.

Saqué una ganancia muy grande, y decíaselo. Vi que era mujer, y tan sujeta á pasiones y flaquezas como yo, y en lo poco que se ha de tener el seño-