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otros bienes que de aquí sucedieron. Conocia esta señora mucho á el provincial, y como era persona principal, y supo que yo estaba en monesterio que salian, pónele el Señor tan gran deseo de verme, pareciéndole que se consolaria conmigo, que no debia ser en su mano; sino luego procuró, por todas las vias que pudo, llevarme allá, enviando á el provincial, que estaba bien léjos. El me envió un mandamiento, con precepto de obediencia, que luego fuese con otra compañera: yo lo supe la noche de Navidad. Hízome algun alboroto, y mucha pena, ver que por pensar que habia en mí algun bien me querian llevar (que como yo me via tan ruin, no podia sufrir esto) encomendándome mucho á Dios, estuve todos los maitines, ó gran parte de ellos, en gran arrobamiento. Díjome el Señor, que no dejase de ir, y que no escuchase pareceres, porque pocos me aconsejarian sin temeridad: que, aunque tuviese trabajos, se serviria mucho Dios, y que para este negocio del monesterio convenia ausentarme hasta ser venido el Breve; porque el demonio tenia armada una gran trama venido el provincial, y que no temiese de nada, que El me ayudaria allá. Yo quedé muy esforzada y consolada. Díjelo al retor, dijome, que en ninguna manera dejase de ir; porque otros me decian que no se sufria, que era invencion de el demonio, para que allá me viniese algun mal: que tornase á enviar á el provincial.

Yo obedecí á el retor, y, con lo que en la oracion habia entendido, iba sin miedo, aunque no