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lo que pensábamos hacer, y algunas causas: no le dije cosa de revelacion ninguna, sino las razones naturales que me movian, porque no queria yo nos diese parecer, sino conforme á ellas. El nos dijo, que le diésemos de término ocho dias para responder, y que si estábamos determinadas á hacer lo que él dijese. Yo le dije, que sí; mas aunque yo esto decia, y me parece lo hiciera, nunca jamás se me quitaba una siguridad de que se habia de hacer. Mi compañera tenia mas fe, nunca ella por cosa que la dijesen se determinaba á dejarlo: yo (aunque como digo me parecia imposible dejarse de hacer) de tal manera creo ser verdadera la revelacion, como no vaya contra lo que está en la Sagrada Eseritura, ú contra las leyes de la Iglesia, que somos obligadas á hacer: porque aunque á mí verdaderamente me parecia era de Dios, si aquel letrado me dijera que no lo podiamos hacer sin ofenderle, y que íbamos contra conciencia, parecióme luego me apartara de ello y buscara otro medio; mas á mí no me daba el Señor sino este. Decíame despues este siervo de Dios, que lo habia tomado á cargo con toda determinacion, de poner mucho en que nos apartásemos de hacerlo, porque ya habia venido á su noticia el clamor del pueblo y tambien le parecia desatino como á todos, y en sabiendo habiamos ido á sarán cincuenta años, que vuestra religión no sea una de las más Ilustres que haya en la Iglesia de Dios, el cual os guarde, etc. En Valencia. Fray Luis Beltrah.—La cita la Crónica del Carmen, tomo I, libro 1.9, capítulo 36, número 3.

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