Página:Su vida - Santa Teresa de Jesús - Tomo II (1927).pdf/104

Esta página no ha sido corregida
102
 

por desprecio é injurias; háceme andar temerosa, y como que no oso alzar la cabeza, ni querria parecer, lo que no hago cuando tengo persecuciones:

anda el alma tan señora, aunque el cuerpo lo siente, y por otra parte ando afligida, que yo no sé cómo esto puede ser; mas pasa ansí, que entonces parece está el alma en su reino, y que lo trae todo debajo de los piés. Dábame algunas veces, y duróme hartos dias, y parecia era virtud y humildad por una parte, y ahora veo claro era tentacion. Un fraile dominico, gran letrado, me lo declaró bien.

Cuando pensaba que estas mercedes, que el Señor me hace, se habian de venir á saber en públicoera tan ecesivo el tormento, que me inquietaba mucho el alma. Vino á términos, que considerándolo, de mejor gana me parece me determinaba á que me enterraran viva, que por esto; y ansí cuando me comenzaron estos grandes recogimientos, ú arrobamientos, á no poder resistirlos aun en público, quedaba yo despues tan corrida, que no quisiera parecer adonde nadie me viera.

Estando una vez muy fatigada de esto, me dijo el Señor.—¿Que qué temia? Que en esto no podia sino haber dos cosas, ó que murmurasen de mí, ú alabarle á El. Dando á entender, que los que lo creian, le alabarían, y los que no, era condenarme sin culpa, y que ambas cosas eran ganancia para mí; que no me fatigase. Mucho me sosegó esto, y me consuela cuando se me acuerda. Vino á términos la tentacion, que me queria ir de este lugar, y dotar en otro monesterio