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ALFONSINA STORNI
Retrocedía,
ahuecada,
la pared del horizonte
o iban a echarse a danzar
las rocas negras.
Me desnivelaban ya
los círculos de arriba
empujándome hacia tí
como hacia raíz lejana
de la que brotara.
Pero sólo la tarde
bebió, lenta,
la cicuta
de tu boca.
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