Página:Sobre la poesía popular impresa de Santiago de Chile.pdf/14

Esta página ha sido corregida
523
RODOLFO LENZ

nuevo. Cada chileno sabe de memoria unas cuantas estrofas al menos, i entre media docena de mujeres del pueblo casi siempre hai alguna que sepa cantar algunas cuecas i tonadas, acompañándose con algunos acordes de la guitarra.

La poesía pesada de décimas con sus composiciones largas difícilmente se puede retener en la memoria sin ayuda de la escritura i tiene, por esto, un carácter más elevado, un tanto docto i, de ahí, didáctico. El huaso cantor guarda buena parte de la dignidad del trovador de la edad media, que gusta de esponer a su público estasiado, su sabiduría recóndita de hombre de esperiencia superior que conoce al mundo. Como los «maestros cantores» del siglo XVI, no tiene nada del coplero mendicante de las ferias, sino que ejerce el arte por el arte i para ganar aplausos; le dedica comúnmente sólo sus horas de ocio i gana su vida con algún negocio u oficio honrado.

Sólo una parte de los poetas hacen imprimir sus producciones poéticas i así dan cuenta al pueblo de acontecimientos nuevos i de esperiencias antiguas. Estos son los «poetas populares» de oficio que ocupan un nivel social un poco inferior que los «cantores». Las hojas en que publican sus versos se parecen a los suplementos editados por los diarios modernos. Salen casi sólo con motivo de algún acontecimiento estraordinario, un asesinato atroz, un accidente, un fusilamiento de algún criminal, etc. El ferrocavil lijero, distribuye las hojas sobre el país entero, el «suplementero» que en tal caso se trasforma en «versero» vende la hoja en cinco centavos por las calles. El que adquiere la hoja tendrá que leerla a

2.—ANALES.—MAYO—JUNIO.