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y esa sola; sin hablar de que vuelve a aparecer aquí la armonía en número, que ya hemos observado en el primer ejemplo.

Por fin, si decimos, por ejemplo: murzó el sabio bondadoso, ya sabemos que el sustantivo sabio está en caso nominativo por ser sujeto; y preguntamos: ¿en qué caso estará el complemento boxdadoso, que se refiere a dicho nominativo? Para contestar a esta pregunta no existe en español, como en latín y en griego, el recurso de observar la /orma de la palabra, para deducir de ella el caso: pero observan- do la Junción de la palabra bondadoso, nadie negará que en idea al menos, para emplear la feliz expre- sión de G. de Diego (G.$217.), esa palabra está en nominativo, como el nombre a que se refiere; y quizá llegue también a admitir todo el que medite sobre el punto, que si sabio está en genitivo en el ejemplo: la vida del sabio bondadoso, lo estará asimismo, al menos en idea, también el adjetivo bondadoso: luego también abarca el caso, aunque en forma mucho me- nos visible, la armonía que hemos visto sucesivamen- te aparecer en el número, el género y la persona, según las circunstancias, de las palabras relacionadas entre sí.

Ahora bien, el estudio de cómo y cuándo y entre qué palabras se establece esa armonía en número, género, persona o caso, y de las excepciones de todas clases que presentan las reglas generales a que la Sintaxis ha podido reducirla, es precisamente lo que constituye la Concordancia, a cuyo estudio dedicamos el presente Capítulo.