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es que la Biblia y las antiguas mitologías, ni siquiera tocan el punto, y dan por admitido que el primer hombre surgió ya dotado de la facultad de hablar.

Cuando apareció la filosofía, claro está que el asunto dejó de parecer tan sencillo, y ya existe de Platón, filósofo griego, toda una teoría para explicar lo que antes parecía tan fácil y natural: después, por supues- to, vinieron muchas otras.

En dos grandes clases, pueden dividirse las pro- puestas: las que asignan al lenguaje hablado un origen divino, y las que, en cambio, lo consideran como un hecho humano, cuyo origen y desenvolvi- miento puede sorprender y explicar la ciencia. La primera de estas dos explicaciones, tiene su expositor más autorizado en Luis de Bonald, escritor y filósofo francés nacido en 1754. Según Bonald, siendo tan im- posible pensar sin la ayuda previa del lenguaje, como hablar sin poseer antes el pensamiento, no existía otra solución, sino admitir que el lenguaje había sido revelado a los hombres por la Providencia, a la cual, por otra parte, refería todo el citado autor, como representante que era de las ideas monárquicas y religiosas de su tiempo. La otra tendencia, es decir la que mira al lenguaje como un hecho natural, ha merecido los votos de todos los hombres de ciencia, empezando por el mismo Max Miller, uno de los fundadores de la Lingúística, el cual, a pesar de su reconocida ortodoxia, no quiso ni pudo aceptar las ideas de Bonald.

Hoy día, estas últimas han sido abandonadas del todo; y, si aquí se han mencionado, fué simplemente