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preguntaba: ¿y Domiugo que no lo veo? ¿y la Paula (que no la veo)?... (SARMIENTO, R. 181.)

¿Para ensalzar tu nombre imitaremos

De Egipto las pirámides enormes,

Los grandes obeliscos consagrados

Hasta ahora al fanatismo y al orgullo?

No (imitaremos para ensalzar tu nombre, de Egipto

las pirámides enormes, los grandes obeliscos con- sagrados hasta ahora al fanatismo y al orgullo),

que tus fuertes hijos inflamados Del entusiasmo ardiente, Te alzarán al Olimpo De un modo más grandioso... (ESTEBAN DE Luca, Canto lírico a la libertad de Lima.)

Respecto de estas elipsis de oraciones, hace notar Ch. Bally en su interesante Précis de Stylistique (p. 155), que las oraciones principales son las que se omiten más a menudo; y nosotros agregaremos que ello acontece muy frecuente- mente en las cláusulas condicionales, como lo comprueban los mismos ejemplos de Bally, de donde entresacamos el siguiente: ¡4%! mama, si Vd. supiera (Vd. se asombraría)— ¿Que? — ¡El papa ha muerto! ( Daudet. )

Con todo, nos hace observar el misnmió autor, puede al- gunas veces pensarse en la elipsis de una subordinada; así en ¡Hace un frío!..., podríamos suponer la subordinada: que no se puede estar.

2] Fuera erróneo suponer que la elipsis es una figura de uso poco frecuente; más aun que el hipér- baton, es indispensable a cada paso, especialmente en castellano, donde el genio del idioma, reacio a la ex- presión de todo cuanto puede omitirse y a la repe-