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coticordancias que siguen, donde el verbo, saltando por so- bre sujetos en plural que sin embargo no quedan libres de su influjo, va como a adherirse a un sujeto singular ante- rior; concordancias que, por desgracia, ha ido desalojando el que llama con razón García de Diego «absurdo rigoris- mo de los puristas » (G. 225.), y que tanto daño ha causado y causa en los dominios del idioma: Esta maravillosa quietud, y los pensamientos que siempre nuestro caballero traía... le trujo a la ¿maginación, una de las extrañas locuras que... (CERVAN- TEs, Q. 1, 16.) Cuales son estos peligros en Palacio, véase en la bre- vedad con que la inquietud y juguetes de unos pies deshonestos tuvo por precio de su descompostura la cabeza del Precursor. (QUE- VEDO, O. 1, 176 )

En tal sentido no merece sino aprobación la siguiente cláusula: Zsta composición y las muchas otras que en la obra de Echeverría glosan la querella eterna del « yo» romántico, nos mues- tra al personaje plasmado conforme a un patrón universal convenido, (A. GIMÉNEZ PASTOR. El Romanticismo argentino, IV .)

5] Pasando ahora, como lo prometimos en 4], a las excepciones a la regla general expuesta más arri- ba en 2], en lo que se refiere a la concordancia en persona, diremos que con varios sujetos de diferen- te persona gramatical ligados por la conjunción y, puede el verbo no ajustarse a la concordancia regular en persona expuesta en 2] a], sien vez de concordar con el conjunto de los sujetos no lo hace más que con uno de ellos, y no pertenece éste a la persona que exigiría la concordancia regular. Ejemplo:

Yo y los que en ellas han puesto esperanza Te pueden de aquesto bien cierto hacer. (ENCINA, en Moratín, O. 77.) . 5] Para que pueda suceder lo expresado más arriba en 4], es decir para que el verbo que sigue a varios