El estudiante, como el embrión del polluelo, tiene que absorber toda la yema de la enseñanza secundaria, devorar la clara de las materias profesionales, y romper la cáscara con ese picotazo que se llama el «exámen de tésis».
Preséntase al mundo con su flamante pergamino; se instala pomposamente tras de algunas pulgadas cuadradas de bronce, pour le reclame: y comienza por iniciarse en la gran logia de los hombres sérios.
Y los recuerdos de su mejor edad pasan catalogados al archivo del recuerdo, en cuyos estantes arrojan lampos de luz que el tiempo estingue, y que los féretros de nuevas ilusiones ocultan......
Así se suceden las generaciones.
Cada uno sigue vivienda en la suya: detrás de los que ya pisaron la misma senda; delante de los que luchan por la vida en la arena recien abandonada.
¿Hay hombres escepcionales? —Sí: Pedro Goyena es uno de ellos.
Pertenece á varias generaciones.
Como estudiante, á la de sus condiscípulos. Y estos conservan fresco el recuerdo de los