Así, he notado que el doctor Leguizamón, por efecto de su larga práctica forense, sacrifica frecuentemente la soltura de los párrafos, al órden lógico de los razonamientos.
Hay momentos en que se creería escuchar un meditado informe judicial.
Esto no será desagradable, pero trae otros defectos que, no por ser de poca monta, son menos perjudiciales para la audición y aun para la lectura de un discurso.
Me refiero al abuso de los paréntesis, de las oraciones incidentales, con que el doctor Leguizamón encadena las cláusulas de sus arengas parlamentarias.
Prueba al canto: léase el primero de los dos párrafos oratorios que he transcrito, léaselo prescindiendo de los paréntesis, «y creo que solo habria podido sospecharlo, etc.»; «no sospechaba, repito,», y «en las filas de los opositores».
La frase quedará bien redondeada, y de mayor efecto, sobre todo para el auditorio mas que para los lectores.
Sin embargo, me complazco en reconocerlo, no en todas las oraciones del doctor Leguizamón se percibe ese defecto, debiéndose ademas tener en cuenta que el discurso, al cual pertenecen