que no es pedantesco, imprime cierto sello de dignidad á los discursos.»
Por otra parte, clasificado por el timbre de su voz, el doctor Leguizamón no será un tenor, pero es indudablemente un buen barítono.
Como que su entonación, flexible y ágil, recorre toda la escala oratoria, desde las notas profundas del análisis concienzudo, hasta las espresiones simpáticas de su elocuencia velouté y persuasiva.
Esta destreza, ligada con un conocimiento bastante completo de las prácticas legislativas hacen del doctor Leguizamón un «hombre de Parlamento» en el sentido estricto de la palabra.
Cierto es que su silueta parece elástica, pues adquiere líneas adecuadas, lo mismo á los bufetes ministeriales, que á los estrados del Tribunal, y que á las butacas del Congreso.
Posee la maravillosa adaptación de que ordinariamente carecen nuestros hombres públicos, cuya mayoría ignora la tenue que corresponde á cada papel político.
El doctor Leguizamón ha sido Ministro, Profesor de Derecho, Juez de la Corte Federal, Presidente de un Congreso Pedagógico, é Interventor Nacional.