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x PRÓLOGO

es que, no haciendo nada, los dias se pasan y nuestra pobre vida está compuesta de estos días y se envejece y se muere. Yo encuentro esto bien malo. » La religión precisa y regular que: gobernaba la vida contribuiría mucho entonces á temperar este libertinaje de sensibilidad y de imaginación, que después no ha conocido pena.

Mad. de Sevigné desconfiaba con cuidado de estos pen- samientos, sobre los cuales es preciso pasar; ella quiere ex- presamente que la moral sea cristiana y se burla más de una vez de su hija, por ser apegada al Cartesianismo. En cuanto á ella, enmedio de los accidentes de este mundo, inclina la cabeza y se refugia en una especie de fatalismo pro- videncial, que sus re aciones con Port-Royal y sus lecturas de: Nicole y de san Agustín le habían inspirado. Este carácter religioso y resignado aumentó en ella con la edad, sin alterar en nada la serenidad de su amor; y comunica á menudo á su lenguaje, algo más fuertemente sensato y de una ternura más grave. Hay, sobre todo, una carta á Mr. de Coulanges, subre la muerte del ministro Louyois, en que se eleva hasta le: sublimidad de Bossuet, como en otros tiempos y otros sitios había alcanzado lo cómico de Moliére.

Mr. de Saint-Surín, en sus estimables trabajos acerca de Mad. de Sevigné, nu ha perdido ninguna ocasión de oponerla á Mad. de Staél y de darla la preferencia sobre esta mujer célebre. Nosotros creemos también que hay interés y provecho en esta comparación; pero ha de ser sin detrimento para la ana ni para la otra. Mad. de Staél representa toda una socie- dad nueva; Mad. de Sevigné una sociedad desvanecida; de aquí las diferencias prodigiosas que se querrían al pronto explicar por la cualidad diferente de los espíritus y de las naturalezas. Sin embargo, y sin pretender negar esta profunda deseme- janza original entre dos almas, de las cuales una no ha cono- cido más que el amor maternal, mientras que la otra ha sen-