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SESION DE 4 DE DICIEMBRE DE 1824

aquellos que no tienen esta alma a que puedan dictar opiniones que quizá sean ventajosas a los pueblos. Yo no creo que el Gobierno que nos ha presentado en esta Sala sus respetos, pueda dar un paso contra las operaciones del Congreso; pero la historia de los cuerpos deliberativos está llena de los atentados de los Gobiernos. El famoso orador Lisias nos conserva un pasaje de esta naturaleza. Él anuncia que los treinta tiranos de Aténas, para poder subyugar a los del Areópago...... No son éstas las únicas razones que se pueden aducir para adoptar la votacion por escrutinio. No podemos presumir que estemos en estado de decir públicamente nuestra opinion, ni aun hemos llegado a tener esa exaltacion que se dice tuvieron los franceses al principio de su revolucion. Vemos que la Constitucion de los años 91 i 93 en el articulo 6.°, no tengo presente el título, se dice: que a ningún individuo se le puede obligar a decir su opinion en público; mucho ménos lo deberemos hacer nosotros. Aquellos sabios republicanos que redactaron esta Constitucion, conocieron que la facultad innata que todo hombre debe tener para espresar su voluntad es inviolable. Mídase si estos fundamentos son de algun peso en la Sala i ella podrá conocer las dificultades que presentarian si se estableciesen las votaciones públicas.

El señor Infante.— Debemos tratar, señor, de economizar el tiempo. Las votaciones secretas, cada vez que ocurren, nos ocupan todo el tiempo de una sesion i las votaciones públicas pueden serde pocos momentos. Que las públicas sean mas convenientes que las secretas parece ser mui probable, porque éstas tienden a hacer justicia al mérito i a la virtud, i si no hemos de tener carácter para esto, es necesario decir que no somos propios para adherir a un gobierno republicano. Que en los gobiernos monárquicos, que en los gobiernos déspotas sean convenientes esos misterios en las elecciones, no es estraño porque es preciso que que en estos casos sean hipócritas los hombres; pero en una república se trata de igualar a los hombres i sacarlos de esa dependencia en que están unos de otros. En todas las repúblicas cada hombre debe mirarse independiente cuando va a espresar su voluntad, es decir, que en toda república deben ser públicas las elecciones. Entiendo que ésta ha sido las costumbre en Aténas. El juicio contra el primer hombre de la República, contra Arístides, fué público, i mas temor pudiera haber para dtcídir sobre la suerte del primer hombre que para elejir a cualquiera. En la República romana creo que, en los cuatro primeros siglos de heroicidad, eran públicas las elecciones, i solamente en los últimos siglos, cuando ya la República habia perdido su esplendor, se decidió, a petición de un tribuno, que las votaciones fuesen secretas. Esto fué en el siglo de los Scilas i de los Marios, liberticidas de aquella República, en el siglo en que habia en Roma grandes fortunas i pequeñas i en que el plebeyo temblaba ya delante del patricio. Insisto, pues, en la mocion que he hecho para que las elecciones sean públicas.

El señor Palazuelos.— La franqueza es el alma de los pueblos, porque con ella los hombres esperan la recompensa que merecen sus virtudes. Los hombres que temen, están sujetos a todas las debilidades consiguientes a los vicios; ¿por qué, en fin, se propone que las elecciones sean secretas? ¿Se dice que las públicas afectan o destruyen la libertad del hombre? ¿Tememos al Ejecutivo? ¿Es necesario someterse a su cálculo? ¿No hemos fundado leyes para establecer la inviolabilidad? Despues que hemos asegurado nuestra independencia, es preciso mejorar nuestras instituciones. Los hombres que tienen que temer tienen tambien que esperar; de consiguiente, los hombres que pueden votar secretamente, esperando del Gobierno algunos beneficios, son guiados de su debilidad, porque temer es una debilidad igual que esperar. Las votaciones públicas ofrecen los medios de impedir esta debilidad i adelantar el espíritu público. Roma duró todo el tiempo que duró la franqueza de los ciudadanos. Machiavelo, discurriendo sobre esto, dice que los pueblos rara vez se engañan en su elección. Por fortuna, los españoles, aunque nos causaron todos los males que pudieron, no nos han hecho débiles; ellos son fieros i nos trasmitieron su fiereza que en parte es útil en un pueblo republicano. Tampoco nos han podido corromper con fortunas, porque nos han quitado los medios de adquirirlas; pero no somos animados de sus opiniones políticas porque no tenemos otro nombre en nuestro corazon que el de Libertad i no tenemos que temer sino mui poco la influencia que nos ha dejado la esclavitud de tanto tiempo; mi voto es, señor, porque sean públicas las elecciones.

El señor Lazo.— Si en todas partes es útil procurar los medios de que los individuos gocen de toda libertad, se deben adoptar en todas partes las elecciones secretas porque con ellas se proteje la libertad:

  1. Porque se deja en la absoluta deliberacion que quiera hacer cada hombre de su opinion.
  2. Porque se le ataca ciertamente a esa sagrada libertad, a esa tendencia que tiene el hombre a espresarse como quiere. En ninguna parte las relaciones de familia son tan ligadas como en Chile, en que apénas se encuentran dos que no tengan alguna conexion; i si se permitiesen las elecciones públicas ¿qué enojos i rencores no se causarian? Si se cree de justicia la eleccion pública, como he oido de algunos señores preopinantes, no me parece que en nuestro estado tenga tal justicia. ¿Se cree acaso que somos tan virtuosos que podamos decir nuestra opinion públicamente? Porque, señor, ¿dónde están los Brutos i los Catones? Cuando se ha ofrecido algún asunto que pueda comprometer, todos se han escondido en sus casas i aun para espresarse públicamente contra un Gobierno tirano, me parece que en