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CONGRESO NACIONAL

debe existir el Congreso Nacional; esto seria hacer ridículo, por eso es que siempre seré de parecer que el Congreso o la Asamblea Nacional se retire, dejando en su lugar una comision que reuna todos los poderes, o que los pueblos elijan otros nuevos diputados pero con la condicion que éstos sean naturales de la misma provincia que representan. No poseo la oratoria, si no haria ver la necesidad de esta condicion. Repito que es de necesidad la disolucion del Congreso; ésta será la única tabla que podrá salvarnos del naufrajio a que estamos espuestos.

Concluiré, señor, que nunca he querido ni he creido traicionar los intereses del país, que me ha elejido representante al suscribir la mocion.

El señor Montt. —Jamas he traicionado a la Patria; pienso no hacerlo en mi vida; i sin embargo, no suscribo esa mocion. Ya ayer manifesté que uno de los pueblos libres de América, en sus mayores convulsiones, habia retenido su Congreso: nuestra hermana Buenos Aires nos presenta en la reunion de su Congreso el fin de su anarquía i el principio de su felicidad. Examínese, pues, si en las actuales circunstancias conviene o nó el Congreso; proponer la cuestion de si es conveniente o nó en tiempos tranquilos, seria traicionar los deseos de los pueblos. Resta saber si en este tiempo en que, se dice, el país está tan movido, conviene suspender el Congreso. Ya se ha hecho ver, por algunos señores preopinantes, que no son tantos los peligros; uno de ellos asegura, con su existencia, que son falsos los movimientos que se anuncian en San Fernando; el pueblo de Santiago lo vió tranquilo, i no hai datos positivos de que en algun otro pueblo haya desórdenes ni anarquía.

Entrando en la cuestion de si en los tiempos calamitosos seria conveniente que el Congreso levantase sus sesiones, diré que nó, porque entónces conviene que el Congreso, de acuerdo con el Ejecutivo, forme la felicidad de la Nacion. Señor, si hai facciones en el Congreso i fuera de él, vengan aquí esos facciosos, Montt, el primero, i sean castigados con todo el rigor de las leyes. ¿Por qué están los hombres de bien revueltos con los malvados? Dígase quiénes son i salgan inmediatamente del Congreso.

Señor, que no se ha hecho nada en la Sala en tres meses; yo creo que se ha hecho bastante. El obrero ¿no se cree que ha hecho nada porque no ha concluido la obra? Creo que nó; porque aunque no haya llegado a su fin una obra, no por eso se deja de haber trabajado en preparar los primeros elementos, en combinarlos, etc. La Constitucion no la creo otra cosa que el edificio de una gran casa; i porque no se ha empezado a poner los adobes i otras materias ¿se ha dicho que no se ha hecho nada? Nó, señor; éstos los ha hecho el Congreso, i son sus trabajos en preparar los elementos de la Constitucion.

El señor Albano. —En vano he esperado satisfacer mi conciencia i apoyar mi dictámen en razones conocidas o en una evidencia manifiesta. Yo he manifestado mi opinion ántes por la reunion del Congreso i por la existencia de estos cuerpos. Ellos serian un oríjen de felicidades para el país; por consiguiente, la admision de la mocion encuentra muchos obstáculos. Mas deseable seria que se encontrase una seguridad, una prueba en los que apoyan la mocion; pero, en vano me he fatigado.

Los Congresos son útiles; pero, cuando ya no son ni hacen el bien, ya no sirve su existencia: son lo mismo que las relijiones, que se pueden estinguir cuando se creen perjudiciales, como los jesuítas que, en la bula de su espulsion, no se ve otro motivo que ya no eran edificantes. No creo que los señores que opinan contra la mocion sean capaces de traicionar a la Patria; pero el Congreso no puede apoyar su existencia de un tiempo indeterminado. En todas partes se han marcado las sesiones del Congreso a un cierto i determinado tiempo. Aquí no se ha determinado tiempo; parece que las circunstancias lo apuran, porque las asonadas de revoluciones se suceden unas a otras. Sí me hubieran puesto en la circular, de Director, seria una burla; pero comprometen los anónimos la reputacion de un hombre honrado, que siempre ha merecido la reputacion de los pueblos. Lo cierto es que toda vez que ha aparecido este suceso, se supone entre ellos una autoridad como la de la fábula. En los papeles públicos se ha burlado al Congreso; en su mismo bufete se han leído anónimos en que se atacaba al Poder Ejecutivo i al mismo Congreso. La esperiencia me ha enseñado que al fin i al cabo ha entrado en una lucha odiosa con el Ejecutivo i ha dejado de existir por las razones que dan los políticos, que son muchos sus individuos i el Gobierno es uno, i en la accion i reaccion termina el cuerpo mayor, siguiendo un órden inverso al natural.

Sin embargo de todo esto, yo no me convengo enteramente con la mocion porque no allana todos los obstáculos i dificultades que se oponen a su aprobacion; por esto presento el siguiente proyecto de lei. (Despues de haber leido el proyecto, cuyo principal objeto es que el Congreso termine sus trabajos en el término perentorio de 15 dias continuó): Yo creo que, con este medio se conciliarán las dos opiniones, la una que rebate la mocion i la otra que está por su sancion o por la duracion del Congreso a un tiempo determinado. A esto me hace fuerza la falta de táctica; por ser mui nuevos en esto somos disculpables; pero lo cierto es que esta falta de táctica prorrogará las discusiones del Congreso tanto que hará fastidiar a los diputados. Yo los considero llenos del amor público para concurrir a las sesiones; sin embargo se ha visto que ha sido necesario una lei penal (a la que me opuse) para obligarlos a que concurran.

Querría, pues, que la Sala pesase estas consideraciones que en mi concepto podrían remediar