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CONGRESO NACIONAL

señores diputados; se cree que esto ha sido una conspiracion fraguada en el seno del Congreso mismo. Pero, admitiendo aun esta suposicion, dos o tres diputados delincuentes ¿son bastante mérito para que todo el cuerpo representativo de la Nacion traicione la confianza de los pueblos, suscriba del modo mas solemne su propia degradacion?

Quiero que nos creamos en el caso de hacer atencion a esta medida. Prescindo de todos los obstáculos que nos ofrecen los hechos para calificarla de útil i necesaria; nosotros no podríamos creernos jamas bastantemente autorizados para deliberar sobre ella, sin consultar a los pueblos. Los poderes, en que nos han detallado las facultades que han querido cometernos, nos dicen que la voluntad de nuestros comitentes, es que, reunidos, formemos el Código de sus derechos. Por esto creo que el artículo del proyecto en discusion es insostenible, es ofensivo del decoro del Congreso, i por lo que a mí respecta, yo me daré la muerte ántes que consentir en su sancion. Si vicios inherentes a la lejislacion del país i a las costumbres hacen imajinar que la disolucion del Congreso pondría fin a los males públicos, en el fondo nada es ménos capaz de producido este remedio. Queremos evitarnos la nota infame de haber traicionado a la Patria; digamos a los pueblos: La Nacion peligra, el Congreso no puede salvarla, i esperemos sus órdenes entretanto... [1] ... que los que hemos manifestado con unos sentimientos ménos acalorados que los que hemos manifestado en la discusion, pues se sabe que los ánimos de todos están exaltados.

En una palabra, de todo cuanto se ha producido en la discusion, nada me ha hecho mas fuerza como el no tener todavía una lei de garantías; pero se deben distinguir los tiempos: las garantías son útilísimas cuando la Patria está en paz; pero, cuando la Patria está en peligro, no hai nada seguro; a mas de que ¿quién ha visto las garantías? ¿Qué son las garantías? ¿Conservan el derecho individual? I ¿cómo se conserva el derecho individual cuando está en peligro el jeneral? Perezcan mil individuos i sálvese el país; perezca yo mismo, perezca el Congreso i sálvese la Patria.

Vuelvo al reglamento. Una cosa es disolver al Congreso, otra resolverlo a un menor número. No habrá uno que dude que el debate en estos cuerpos es útil, pero nó cuando se orijina solo de un prurito de oponerse a todo. Ese pueblo que me oye es un buen testigo, ¡cuántas veces le he oido censurar el tiempo perdido! Públicamente se ha dicho que el Congreso no hace nada; redúzcase éste a ciertas personas; él entónces hará algo por que marchará unido. Decir que se conserve esta pluralidad en desórden, es decir, apúrese la cadena, es decir que marchemos precipitándonos al desórden. El Congreso debe cortar este mal, si verdaderamente esta ocupado del bien público. Yo no encuentro ni, de todos los remedios que se han propuesto, he oido otro mejor como resolver el Congreso a menor número i hasta ahora no se ha indicado otro que pueda remediar los males que nos rodean; i cuando se nos presenta uno ¿por qué no lo adoptamos? Peor es que nuestros limítrofes i que las naciones que nos están observando nos vean ahora disolvernos del modo mas escandaloso. ¿No es echar un borron al país? Ya se ha asentado de facto que, si no se consigue de derecho se hace de hecho. Yo no he firmado la mocion, pero hago presente que la firmo i la suscribo; no es hombre de bien quien se separe de este parecer. No me arredran sentimientos ni respetos i sí el mayor descrédito del Congreso.

El señor Presidente. —He oido repetidas veces al señor preopinante que, en sus primeras razones, dice que, dentro del Congreso, hai individuos que entorpecen la marcha de la Sala. Yo creo que debe decir quiénes son para que sean castigados, i que seria mejor que el Gobierno separase de aquí aquel o aquellos individuos, que no dar el escándalo de disolver el Congreso; yo en todo me sujeto a la opinion del señor Rodríguez. Nada me importa que yo o cualquier individuo sea castigado, si nos creen sospechosos, con tal que quede a salvo el honor nacional.

El señor Rodríguez. —Como me exalto al hablar sobre esta materia, se me ha ido una razon: creo que el señor Presidente dijo que no habia garantías; este es un equívoco, porque la Constitucion se ha declarado subsistente en lo planteado, i esián planteadas garantías i el reglamento de justicia. Así también creo que en la actualidad no estamos en estado de desorganizacion, como se ha dicho.

El señor Albano. —Por conveniente i por opinion, amigo de los cuerpos representativos, siempre he opinado por sus juntas, a lo ménos por esas juntas periódicas, i a pesar de esto opinaré siempre que éste sea el precioso fruto de los trabajos de los pueblos. Desde las sesiones preliminares, opiné que se pusiese esto como preliminar v. gr.: Chile, se reunirá en Congreso a tanto de tal mes. Vuelvo a mi principio anterior. El Congreso, en la actualidad, seria conveniente que trate de resolverse en un menor número. Yo prescindo de las amenazas de los diputados que han firmado o que han suscrito la mocion; yo prescindo de todos i cada uno de los que están en esta Sala; se ha propuesto, desde el momento de admitir su cargo, sacrificar su reposo en obsequio del bien jeneral, pero no es preciso llevar esto hasta el punto de sacrificarse inútilmente. Cuando es inútil un Congreso, cuando es inútil a los pueblos, ya no debe existir. Un Congreso no solo no debe hacer el mal sino también debe hacer el bien, i toda vez que no lo haga, debe disolverse. La hacienda pública reducida a nulidad, el crédito de la Nacion perdido, todos los ramos en desorganizacion,

  1. Falta la parte intermedia entre lo que precede i lo que sigue. La continuacion parece ser parte de un dicurso del señor Rodríguez. (Nota del Recopilador.)