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CONGRESO NACIONAL

por mayoría para Presidente, al señor Argomedo; para Vice-Presidente, al señor don J. Antonio Ovalle, i para secretarios, los señores Ocampo i Lazo. Inmediatamente tomaron posesion los nombrados de sus respectivos asientos, i luego se dirijió oficio a S.E., el Director Supremo, anunciándole la instalacion del Cuerpo Soberano, i que se hallaba ya en aptitud de poderlo recibir.

En seguida, se nombró por el señor Presidente la comision que debia recibir al Director Supremo, conforme al ceremonial acordado.

El Congreso fué avisado de la llegada de S. E., i despues de haberse incorporado i tomado el asiento destinado, puso en manos del señor Presidente su Mensaje que fué leido en su presencia. El señor Presidente contestó a S. E., en una breve alocucion, anunciándole que el Congreso tomaria aquél en consideracion i que, para emprender i concluir los trabajos a que debia consagrarse la Representación Nacional, contaba, en todo, con los auxilios del Ejecutivo. En este estado, se retiró de la sala S. E., el Director Supremo.

El señor Campino hizo mocion para una comision que se encargase de contestar el Mensaje de S. E.; i, oidas las observaciones de varios señores diputados, se acordó se contestase llanamente anunciándole que el Congreso tomaria en consideracion los puntos a que se contrae.

El señor Presidente anunció a la Sala la necesidad de que se procediese a la organizacion del reglamento interior; i, penetrado de iguales sentimientos, acordó su reunión para el dia siguiente a las diez de la mañana para tratar de este objeto.

En este estado, se levantó la sesion.

Nota.— El señor Presidente juró en manos del señor Vice-Presidente desempeñar fiel i legalmente el encargo de diputado que se le ha confiado, verificando el Cuerpo Soberano el mismo juramento en acto sucesivo.— J. G. Argomedo.— José Miguel Infante.— J. Antonio Ovalle.— Dr. Diego Antonio Elizondo.— Manuel Íñiguez.— Francisco Fernández.— José Santiago Montt Irarrázaval.— Santiago Antonio Pérez.— Marcelino Ruíz.— Manuel Merino.— Buenaventura Olmedo.— José Gregorio Meneses.— Joaquín Prieto.— José Santiago Luco.— Francisco Calderón.— Dr. Miguel Eduardo Baquedano.- M. J. Gandarillas.— Fernando de Elizalde.


ANEXOS

Núm. 26


Mensaje de S. E . el Supremo Director al Congreso


Señores:

Toda la República espera, por medio de esta reunion estraordinaria de Representantes, tocar por la primera vez, de un modo práctico, los efectos organizadores i vivificantes del sistema representativo. No es de estrañar que en un Estado naciente i que estuvo por siglos bajo la maligna influencia de un Gobierno absoluto i bárbaro, aparezcan i se reproduzcan circunstancias i necesidades que hagan indispensables la reunion estraordinaria de los Representantes de los pueblos. La inesperiencia i la irreflexion inspiran el deseo de dar constituciones permanentes a pueblos que están en marcha i cuya ilustracion se va propagando con lentitud i gran desigualdad; el espíritu de la antigua metafísica hace esfuerzos peligrosos porque se adopten proyectos quiméricos, lejislacion e instituciones solo propias para retardar i paralizar, en vez de dar impulso al jiro de los negocios i al movimiento de la autoridad, que debe ser tan rápido cuando hai que emprender reformas necesarias, grandes e importantes i que jamas carecieron de peligro.

Señores: veis en pocas líneas el cuadro del estado actual de la República, i una de las grandes causas de los males que la aquejan, para cuyo remedio os habéis congregado. Las naciones que felizmente conocieron aun la sombra del réjimen representativo, congregaron, en circunstancias ménos apuradas, sus Córtes o Congresos, que lograron salvarlas por medio de nuevas leyes i providencias. El Supremo Autor de la Libertad, cuya protección misericordiosa está tan pronunciada en favor nuestro, nos ha favorecido hasta el punto de reunir en esta Corporacion Augusta, grandes talentos i grandes virtudes, la consumada esperiencia, la circunspección, el conocimiento de los negocios públicos, los grandes principios de las ciencias administrativas i las mas puras i jenerosas intenciones. No se necesitaba ménos para resolver i deliberar con acierto acerca de los gravísimos asuntos que debe el Congreso tomar en consideración. Si el Gobierno emprendiese ahora detallarlos, no fuera ésta la primera vez que se esponen en el país ante un cuerpo deliberativo; pero hasta ahora sin sombra de utilidad ni de fruto. Aun no existe un sistema de Hacienda, ni de crédito, ni la antigua i mezquina rutina española está olvidada. El comercio se halla sin protección, la educación científica en abandono, la milicia desatendida, i no se fija la vista en objeto alguno que no reclame una reforma, una mejora. Felizmente, los señores Representantes conocen bien las necesidades públicas i la reorganización conveniente acerca de las medidas adoptadas por el Gobierno, como bases de un plan que haya de estenderse a la posible perfección de todos los ramos.— Santiago de Chile, Noviembre 22 de 1824.— Ramón Freire.


Núm. 27

Sin embargo de que la convocatoria para la