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SESION DE 7 DE ENERO DE 1825

el Congreso pasado cuando se trató sobre la suspensión del remate de alcabalas; de contado yo me opuse a ello. En la Memoria que pasa el Ministro de Hacienda, se queja de la suspensión que se hizo i la refuta, despues sucederá lo mismo con ésta, i con razón, porque se quita un ingreso al Erario sin subrogarle otro, principalmente en circunstancias que tiene tantas urjencias el Erario i que el enemigo nos amenaza. Por aqui conjetúrese los atrasos que nos traerá esta resolución.

A mas de este inconveniente yo diviso otro, tenemos dos Obispados en la República, aquí se podrá suspender el remate; pero en Concepción, cuando llegue esta noticia, ya se habrán hecho los remates i si se deroga, por ejemplo, los diezmos que se han rematado en Concepción i cuyas contratas se han celebrado, no serán válidas i se perjudicarán los contratantes.

El señor Merino. —He oido por alguno de los señores diputados que ha hablado con alguna equivocación sobre el remate de los diezmos de Concepción. Allí se rematan el 2 de Febrero, pero siempre, por dar tiempo a que lleguen los subastadores, no se hace hasta el 3 de Marzo.

El señor Laso. —Sin entrar en las bondades ni en las ventajas que trae la contribución directa, solo me contraeré al punto presente. Creo que esta suspensión solo podrá hacerse cuando se establezca esa contribución, pero, en ínterin, debe continuar porque todo el tiempo que retarde perderá el Erario de ganar. También veo, al mismo tiempo, que el proyecto no dejaría de ser mui cuestionado i discutido, con que de aquí resultaría que se pasaría mucho tiempo sin rematarse los diezmos. En 818 sabemos que vino el enemigo a invadirnos i con esta sola circunstancia bajaron tanto que casi no hubo quien hiciese postura. En ocho dias de suspensión podria suceder lo mismo ¡cuánto no bajarían! Se remataría en un tercio o no se rematará, como sucedió en ese tiempo. Con que estamos en el caso de dejar que continúe el remate, porque sino, como dijo un señor preopinante, (Gandarillas) seria destruir sin edificar, edifiquemos i despues destruiremos.

Se declaró bastante discutida la proposicion, la que se fijó así para votar: Se suspende o nó el remate de diezmos. Hecha la votacion, resultó aprobada la afirmativa por veintiocho sufrajios sobre ocho; despues se preguntó a la Sala ¿cuál era el término por el que suspendía el remate. Ésta acordó que por un mes i que, si en este tiempo no se sancionaba el proyecto, quedase para otro año.

Se leyó un oficio del Supremo Director, por el Ministerio de Hacienda, incluyendo los estados de gastos i entradas, aunque el Congreso no lo entendería por lo confuso que estaba, pero ofreciendo remitir despues de cuatro dias uno que se estaba haciendo con mas claridad.

Se leyó otro del Ministerio de la Guerra incluyendo un estado de los gastos que debe hacer un batallón de infantería i los que debe hacer un escuadrón de caballería.

El señor Vera. —Yo creo que el Congreso, cuando quiere tomar conocimiento de las entradas i salidas del Erario, quiere una cosa que puedaentender. Nosotros no podemos tratar una cosa que no podemos entender. Yo creo un plan que dijese: de tal ramo, tanto; de tal, esto; sale para tal cosa, tanto; cualquiera lo entenderá. No entenderemos el método de contadurías ni esa nigromancia que se ve en las oficinas; pero no hai necesidad de poner el estado que se presenta al Congreso, según el método de las oficinas, para eso mas bien que no se enviase nada. Tiempo hace que podria haberse establecido en las oficinas la partida doble que se supone tan difícil i habríamos evitado esta confusión.

El señor Argomedo. —Fui el primero que opiné que era necesario ver esa cuenta para satisfacción de los pueblos, cuando se trataba de nuevos sacrificios. En un decreto de 13 de Setiembre impreso en El Boletin número 6, tomo II, se ofrece dar al público mensualmente el estado de las entradas i gastos de la tesorería i se dice que es por el derecho que tienen los pueblos de saber las entradas del Erario i su inversión. Por esto, no he creído que pueda traer consecuencias indecorosas el pedir esta razón. No creo que el Gobierno pueda tener mala versación en los intereses públicos; tengo mucha confianza en él; pero es necesario satisfacer a los pueblos. No hai un Gobierno sobre la tierra en que no se sepa esa razón de entradas i salidas, por esto lo he pedido. No me arrepiento de haberlo hecho, porque, como no he usado la escuela de defensa, tampoco estoi instruido en la de satisfacción.

El señor Ocampo. —Prescindo por ahora de entrar en cuestión, si el Congreso debe hacer alto al agravio atrocísimo de tratarle de tanta ignorancia en esas comunicaciones públicas i solo me contraeré a apoyar la rnocion del señor Vera. Estamos en situación que vamos a entrar en una contribución directa. Por consiguiente, debemos indicar a los pueblos los males que aflijen a la hacienda pública. Foreste mismo principio, pedí que se trajesen esos estados. De otro modo, no sabrán los pueblos cuál es el objeto en que se invierten los caudales públicos. Para conseguir este mismo fin, es preciso que no se nos pongan aquí cálculos aljehráicos. Parece que el plan que se nos ha propuesto, solo es susceptible de entenderse por los oficinistas.

Se ha proclamado i se proclama todos los dias la libertad del Gobierno i yo veo que estas listas de gastos estraordinarios se oponen a la libertad i al sistema que nos rije, porque esas cantidades pueden invertirse en pagar espías que asechen a los ciudadanos en sus casas, aunque no lo supongo así en el Gobierno actual, sin embargo, es preciso destruir esos misterios propios de un Go