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CÁMARA DE DIPUTADOS

El jeneral Prieto aun no se habia movido de Chillan en esa fecha; el coronel Búlnes hizo alio en Viluco i ya se creia terminada la revolución. Mas, en la noche los mismos jefes que habian puesto el ejército a disposición de don Ramón Freire, se conjuraron para negarle la obediencia, como lo verificaron al dia siguiente a pretesto de la órden que se les habia dado, acordada por ellos mismos, de reconocer a la Junta. Justamente irritado don Ramón Freire con este acto de insubordinacion i participando del entusiasmo que animaba a todo el pueblo, resolvió presentarse a la frente de los cuerpos, proclamar a los soldados i deponer a los jefes rebeldes. Se dirijió primero al cuartel del batallón Pudeto i apénas habia empezado su arenga, cuando se le presentó el comandante Tupper, le negó la obediencia delante de la tropa i le hizo salir del cuartel amenazándole con las armas si no lo verificaba. Por este hecho conoció que carecia de fuerzas para contener la insolencia de los militares, i se volvió a su casa seguido de un inmenso pueblo que se manifestaba dispuesto a castigar la ofensa que se le habia hecho. No pudiendo conseguir cosa alguna, se retiró a una casa de campo dejando la siguiente renuncia:

"Cuando admití el cargo que, en unión de V. SS me confirió el pueblo el 7 del corriente, me propuse por objeto tocar todos los medios de conciliacion que pudiesen contribuir a tranquilizar los partidos, cuya efervescencia presajiaba funestos resultados. V. SS . son testigos que no he omitido sacrificio alguno que pudiese conducir al efecto; se han tocado todos cuantos estaban a nuestro alcance i ya nada me resta que hacer; por esto i por que el estado de mi salud bastante quebrantada por las ajdaciones de estos dias, no me permite por mas tiempo servir aquel destino, hago formal dimisión de él para que V. SS . en esta intelijencia deliberen lo que estimen mas conveniente. —Dios guarde a V. SS . muchos años Santiago. Noviembre 16 de 1829. — Ramon Freire. -SS. de la Junta de Gobierno don Francisco Ruiz Tagle i don Agustin Alcalde."

Este documento importante desmiente esa neutralidad i alejamiento de la revolución en que el manifiesto presenta a don Ramon Freire. ¿Qué fé podrá prestarse a esa fementida relación en que se erijen en acciones heróicas los groseros insultos que sufrió, i se atribuye a disciplina militar el acto de insubordinación mas insolente? Citamos a todo el público por testigo de la verdad del escandaloso suceso con Tupper, que acabamos de referir; compárese con el párrafo en que lo esplica. Despues de finjirse violentamente obligado a ocupar la silla del Gobierno en

beraciones. Ayudadla con vuestro prestijio i confiad en que quedareis satisfechos, i la República chilena hará brillar mas su esplendor.

Compañeros: vuestro celo porque se conserven esas leycí que reglaron la libertad que disteis a la Patria, está compensado con la gratituJ de todos los buenos chilenos i esperad que ellos vengarán el agravio que se les ha hecho.

la reunión del 7 de Noviembre, a despecho de las enérjicas reclama iones contra aquella inaudita série de desacatos, espone: que no podia permanecer en aquel puesto por las imperiosas circunstancias de un choque casi inevitable. Atribuye este choque al jeneral Prieto, e increpa el nombramiento que se hizo de él para mandar el ejército del Sur. Se desentiende de las causas que habian preparado el movimiento nacional, e imputando a este jeneral i sus tropas los males posteriores que él orijinó, se espresa así en favor de esos jefes rebeldes que públicamente se mofaban de su elevacion i que volvieron a prestarle obediencia, porque creyeron encontrar en su ambiciosa fatuidad el mejor ájente de sus proyectos anti-populares.

"El ejército que ocupaba la capital ofrecia, por el contrario, un modelo de fidelidad, de órden i disciplina. Fieles a sus juramentos los jefes que lo mandaban, no reconocían otra autoridad que la de la lei, corno si quisiesen presentar un contraste ilustre con la rebeldía i traicion de que hacian alarde sus compañeros de armas. En junta de guerra celebrada el 12 de Noviembre, los jefes de aquella división se pusieron bajo mis órdenes como j fe nato de mayor grado.

Debo esponer con franqueza todos los trámites de mi conducta, aun aquellos que despues de pasado el a alorarniento de los sucesos, solo se justifican a mis ojos por la rectitud de mis intenciones i por mi decidida resolución de hacer los últimos sacrificios por el restablecimiento del réjimen constitucional. La órden del dia del mismo 12 de Noviembre, en que mandé al ejército i milicias reconociesen la junta provincial de que yo hacía parte, fué la única medida que me pareció capaz en aquel momento de sosegar los ánimos, disipar las inquietudes que ajitaban la capital i reinstalar el imperio de la lei. En la proclama de la junta, publicada el mismo dia, se dice: La junta protesta no omitir sacrificio alguno para restablecer 11 unión de la República bajo el imperio de la Constitución. Estas palabras bastarán a disipar todos los recelos que hubiera podido excitar en aquellos dias mi conducta. Si es cierto que hubo quien quiso escudar con mi nombre miras ambiciosas i planes subversivos, a lo ménos esos mismos móviles secretos sabían que solo para el restablecimiento de la Constitucion podia yo salir de mi retiro i entrar de nuevo en la esfera de la vida pública. Eran, sin duda, hipócritas i pérfidas las protestas de amor a la Constitución con que aquellos hombres enmascaraban sus designios, pero aun esta hípocresia era un homenaje que tributaban a mis sentimientos conocidos. Así es que, cuando las tropas me negaron obediencia i declararon que no conocían otias autoridades que las constitucionales, léjos de agraviar mi amor propio, adquieren nuevos derechos a mi gratitud i admiración. Cuando despues se pusieron espontáneamente bajo mi autoridad, el recuerdo de aquel hecho me llenaba de un justo orgullo, i era a mis ojos un garante