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CÁMARA DE DIPUTADOS

que no carecen de exactitud en algunas observaciones, ni de fuerza en el raciocinio; pero presentan tambien un carácter peculiar de exageracion, que desnaturaliza los hechos para establecer premisas de que deducir consecuencias, muchas veces opuestas a la realidad.

Dígase en hora buena que el diezmo, segun está impuesto i se recauda entre nosotros, grava con desigualdad a los contribuyentes: que diversos ramos de produccion agrícola se hallan libres de esta carga, en perjuicio de otros que no debian ser ménos privilejiados: que el pueblo paga un tercio mas de lo que el Erario percibe: que la agricultura en fin, atrasa su desarrollo por efecto del defectuoso sistema a que están sujetos el repartimiento i la recaudación; pero no se diga que en lugar del diez contribuyen los esquilmos de la tieria con mas del 30%, i que éste enorme impuesto arrebata en Chile al labrador el fruto de su trabajo: no se afirme que tan pesada contribucion es la que esclusivamente impide la salida de nuestros productos agrícolas, suponiendo los inhabilite para sostener una competencia ventajosa en los mercados estranjeros donde tienen demanda. Tales aserciones son falsas, i pudieran inducir a errores funestos dejándolas correr sin impugnarlas.

Si la agricultura chilena pagase, no el 30, sino solo un 10% efectivo sobre el producto total que rinden las tierras, esta única renta bastaría para atender a todos los gastos del servicio público, i daria ademas con que amortizar en breve plazo la deuda que nos abruma. Nadie puede negar el hecho de que nuestra poblacion se sostiene con lo que produce el suelo, i que despues de abastecida, aun queda un sobrante considerable en víveres para mandar al esterior. Calculando sobre este dato positivo, no debe fijarse en ménos que en $ 25.000,000 el valor de los consumos que hace, en artículos alimenticios para su indispensable subsistencia, mas de un millon de habitantes con que contamos, asignándole solo medio real diario a cada individuo. Agréguense a esta primera partida, el importe de las esportaciones; lo que producen nuestras viñas, las maderas de los bosques, las lanas que se invierten en tejidos burdos i varios usos domésticos, las pieles consumidas en el calzado jeneral del pueblo, el sebo que sirve para alumbrarnos, los pastos que alimentan a las bestias de trasporte, i tantos otros artículos de produccion que unidos componen la renta de la industria agrícola, para formar juicio de lo que realmente rinde. . Estimándola en $ 40.000,000 creo hacer de ella una apreciacion mui diminuta. Ahora, pues, si el diezmo gravase en masa a los productos de la agricultura, como se ha querido dar a entender, vertería en el tesoro nacional una suma de $ 4.000,000 cantidad mas que suficiente para cubrir las necesidades del Estado, aun que se aboliesen los demás impuestos.

Poco acertado andaría quien quisiese fundar argumento contra la exactitud del precedente cálculo en los resultados prácticos que da el diezmo. Si esta renta en vez de $ 4.000,000 no alcanza a rendir $ 350,000, el hecho sólo prueba que mas de las nueve décimas partes de los productos agrícolas dejan de pagar la contribucion, como es fácil demostrarlo, aunque a primera vista parezca una paradoja el aserto.

Para que pudiese asegurarse que nuestra agricultura en rigor estaba sujeta al diezmo, era necesario que ninguno de los ramos competentes de la renta territorial quedase exento del gravámen; pero léjos de esto, una simple observacion nos manifiesta que el principal producto de la industria pecuaria con nada contribuye. Libre está legalmente del diezmo el aumento de valor que da la edad al ganado de crianza: libre se haya el beneficio de las engordas en que consiste casi la única entrada de muchos hacendados: libres, están tambien los pastos de dehesas i prados artificiales; las maderas para construccion i combustible, i otros varios productos a que la lei o la costumbre exime del pago, i que como dije ántes, forman la renta mas pingüe i segura de los agricultores.

Echando despues la vista sobre los artículos gravados con la contribución decimal ¿quién ignora los medios inmorales a que muchos deudores ocurren para minorar su respectiva cuota? Aun hai mas; en fuerza de una corruptela introducida desde tiempo remoto, los frutos que se consumen en verde no adeudan el diezmo; quedando por consiguiente sin pagarlo gran parte de la cosecha; i es bastante común que otra parte de ella destinada a cubrir los suplementos de granos hechos al sembrador, logre tambien de esta voluntariosa excencion, que cada contribuyente amplía, a su árbitrio, sin escrúpulo ni riesgo.

El concurso simultáneo de tantas causas obrando en un mismo sentido del e producir forzosamente los efectos que esperimentamos. Nuestro diezmo, bajo la forma que se haya establecido, no priva a la agricultura en jeneral de la décima parte de su renta, sino del uno, o cuando mas de uno i medio por ciento de ella; conclusion que es preciso admitir, a no ser que demos al significado vago i jenérico de una palabra; mayor valor que a la realidad de la cosa definida, para sostener contra la evidencia de los hechos que pagamos efectivamente el diezmo de los productos de la tierra, sólo porque lleva este nombre la imposicion que los grava.

Al combatir una preocupacion bastante jeneralizada, no me propongo otro designio que hacer ver contribuiría mui poco a franquear la salida de nuestros frutos, aun la abolicion absoluta del diezmo. El oríjen del mal no está en el impuesto a que se atribuye, sino en el desproporcionado recargo de los costos de trasporte. Miéntras no se abran carreteras seguras i cómodas, o canales que faciliten las conducciones desde