Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXX (1841).djvu/244

Esta página ha sido validada
238
CÁMARA DE DIPUTADOS

trayéndome a la primera, diré: que si entre los individuos que ahora se piensa rehabilitar ha habido algunos manchados con crímenes o delitos posteriores, los Tribunales de Justicia han pronunciado ya sus fallos. Entre estos ciudadanos no existe en la actualidad uno solo procesado: ¿por qué, pues, no se han de poner ahora bajo el amparo benéfico de esta lei? En cuanto a la segunda, es decir, los que hubieren tomado partido con el enemigo durante la guerra con don Andrés Santa Cruz, creo en verdad, señores, que entre los jefes chilenos no existe uno solo tan desnaturalizado; i siendo así, me parece evidente que esta escepcion no es del caso. Los que empezaron sus servicios despues del año 26 claro está que no podrán reformarse sino tienen el tiempo de servicio que se les exije por Ordenanza: pero sí volverán a sus empleos i gozarán de sus respectivos sueldos. Ultimamente, señores, no hai ni puede haber una sola obsetvacion que se oponga al proyecto que nos ocupa. Todas quedarán resueltas, no perdiendo de vista que somos lejisladores i que como tales solo debemos sancionar la lei i no juzgar sobre los crímenes. Por otra parte, si algunos han sido realmente manchados con estos, debilitados los rencores, calmadas las pasiones, a los ojos de la Nacion, son todos ¡nocentes, se borraron ya sus nombres. He dicho, señores, i lo repito, que el Gobierno en el año 39 hizo todo cuanto podia hacer; pero ahora que todo presenta una peispectiva mas halagüeña ¿por qué no hemos de dar el último paso que cierra las puertas a la discordia i consolida la paz? ¿Podrá temerse que estos individuos que ahora reconocen en el Gobierno el autor de mil bienes, que le manifiestan su adhesión, obrando en beneficio de ellos, puedan alterar el órden? Nó, señores, no es posible. En cuanto a la indicacion de un señor Diputado que me ha precedido en la palabra, digo: que los jenerales Freire i Las-Heras no se hallan en el mismo caso que San Martin i i O'Higgins. Estos residen en pais estranjero i uno de ellos ha solicitado ya esta gracia, que se le concedió por un año en atencion a su quebrantada salud; Si aquellos jenerales quisieren salir alguna vez del territorio, entónces será el caso de concederles o no concederles este privilejio; pero miéntras tanto, como han de quedar de mejor condicion que los demás jenerales chilenos: se resentirían éstos i con mucha justicia. Me opongo, pues, señores, a tal indicacion.

El señor Palazuelos tomó la palabra, i dijo: ahora entiendo, señores, que la razon porque se escepcionan a los jenerales Freire i Las-Heras es porque no han solicitado: pues bien, ¿i los jenerales San Martin i O'Higgins han solicitado, se sabe que necesitan? Lo cierto es, que ni se sabe, ni lo han pedido. No se crea, señores, que yo me opongo a la recompensa que se les va a conceder a estos beneméritos, yo desearia que ésta no solo se limitase a una renta miserable; querría que se les mandase tambien una espada como un signo de la gratitud chilena. Lo que quiero es solamente que no se hagan escepcianes odiosas, odiosas al Gobierno, odiosas a la Nación misma. Bien conocidos son los méritos del jeneral Freire; yo he tenido la honra de verme a su lado en las batallas, yo le he visto vencer, yo he visto vinculada la suerte de la Nacion a su esfuerzo, valor i patriotismo, yo le he visto en fin, triunfante en cien combates. El caso, pues, ha llegado que yo abogue por este caudillo de la revolucion, i así insistiré siempre en que no hai razon ninguna para no concederle la misma gracia que a los jenerales San Martin i O'Higgins.

El señor Concha dijo: tomo la palabra con el objeto de fijarme particularmente en el adjetivo descarriado con que se ha querido calificar a los individuos que ahora van a ser rehabilitados. Descarriados, así se dijo, i en contraposicion a esta palabra yo diria esforzados patriotas, víctimas de su pais. A la verdad, señores, estos son los rejeneradores de la libertad, i los constantes o infatigables sostenedores de ella. Llegó, pues, el momento de restituir a estos militares los honores que les dió la patria como premio de sus heróicos sacrificios. El mismo proyecto lo dice, que se rehabilitan, es decir, que se les dá una cosa que les pertenece, una cosa que obtuvieron de un modo legal i que perdieron de un modo ilegal; sí, de un modo ilegal. ¿Quién concedió i Congreso de Plenipotenciarios tal derecho o mejor diré, quien dió a las leyes la facultad de quitarnos las haciendas, fruto esclusivo de nuestro trabajo? Un decreto, señores, que no se apoya en lei ni razon alguna ha despojado a estos campeones de una propiedad que nadie absolutamente podia disputarles. He tocado, señores, este punto con el fin de que la Cámara se fije mas bien en la intensidad del crimen que se supone. Por lo demás, que entre estos chilenos hayan marchado algunos bajo las banderas de Santa Cruz, es una atroz calumnia. Tal vez el jeneral Freire es a quien se ha imputado este negro crimen; imputacion infame i ajena de antecedentes. Este jeneral se ha presentado a Chile con la franqueza i serenidad del hombre justo que descansa en la sanidad de su conciencia. En fin, señores, si ha de haber siempre perseguidos i perseguidores i no se pone límite alguna vez a esta carrera fatal, llegaremos al último estremo, a la sangre, al esterminio. Se ha dicho que en las repúblicas es necesario que hayan partidos; pero también es indispensable imprimir en sus corazones principios de jenerosidad, de honor i patriotismo mostrando estos ejemplos para que los imiten.

El señor Ministro de la Guerra resolvió brevemente algunas observaciones que se le hicieron i añadió, que no queria estenderse, tanto por ser una materia tan añeja a la que se habia