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SESION DE 15 DE JULIO DE 1842

como de superior importancia, ha sido siempre la conservacion de la paz con todas las naciones de la tierra, i en especial con los Estados vecinos, a quienes nos ligan tantos lazos, i con quienes tenemos tantos intereses comunes. El ha mirado, como un medio necesario para la seguridad de esta paz preciosa, la concordia de esos mismos Estados entre sí; i lleno de esta convicción, no ha omitido, en la limitada esfera de su influjo político, dilijencia ni esfuerzo alguno para conciliar las diferencias, i hacer oir, entre el choque de pretensiones opuestas i de pasiones exaltadas, los consejos de la moderación i la prudencia.

La administracion que despues de algunos vaivenes ha logrado cimentarse en Bolivia, ha hecho declaraciones que me inducen a mirar sin inquietud su tendencia política. Ligado por otra parte al Gobierno Peruano con vínculos estrechos de amistad, no era posible que el de Chile contemplase indiferente la guerra que estalló entre aquellas dos Repúblicas. A la primera noticia de la invasion del Jeneral Gamarra, se espidieron instrucciones a nuestro Ministro Plenipotenciario en el Perú, ordenándole que se encaminase al teatro de la guerra; que significase al Jeneral Gamarra la estrañeza con que se habia visto aquí la entrada de su ejército en el territorio boliviano, sin que a un paso de esta naturaleza, que aun acompañado de esplicaciones plausibles difunde siempre inquietudes i alarmas, hubiera precedido la menor indicacion de sus miras, ni en jeneral, ni dirijida en particular al Gobierno de Chile; i que propusiese formalmente tanto al Jeneral Gamarra como al Jefe Supremo de Bolivia, nuestros buenos oficios para atajar los males de aquella funesta medida, i restablecer la buena intelijencia entre ámbos belijerantes; obtenida, al efecto la concurrencia de la autoridad que estaba encargada del Poder Ejecutivo en el Perú. Cuando llegaron estas instrucciones al Ministro Plenipotenciario chileno, habia cambiado enteramente el aspecto de las cosas. El Jeneral Gamarra habia perecido en la jornada de Ingaví; su ejército estaba todo prisionero o disperso, i las fuerzas de Bolivia invadian a su vez el territorio peruano, desguarnecido por el pronto de fuerzas capaces de detener a un enemigo irritado i vencedor. Aunque sus instrucciones no podian contraerse a una tan inesperada catástrofe, nuestro Enviado, conformándose a su espíritu, se trasladó inmediatamente al Sur, con el objeto de ofrecer al Jeneral Ballivian la mediación de este Gobierno, aceptada ya por el de la República peruana; bien que bajo la dura condicion de que los enemigos desocupasen el territorio invadido, como paso indispensable para tratar. Era fácil prever que semejante condicion no podia ser aceptada por el enerJgo en la posicion ventajosa que le daba la fortuna de la guerra, i el señor Lavalle que, desde su llegada a Arequipa, se convenció de la imposibilidad de obtenerla, ofició al Gobierno peruano para que desistiese de ella, como un obstáculo insuperable para efectuar la paz con la prontitud que convenia a los intereses de todos. Por desgracia la respuesta oficial del Jeneral Ballivian confirmó estos temores. En ella, remitiéndose para la resolucion al Consejo de Gobierno en quien habia depositado la Administracion Ejecutiva, anunció desde luego, que no creia se accediese a la retirada del Ejército boliviano, como que este paso importaba nada ménos que el abandono de todas las ventajas conseguidas por el triunfo de Ingaví; que sin embargo deseaba ver removidos todos los obstáculos que pudieran entorpecer el restablecimiento de relaciones amigables entre Bolivia i el Perú, i que a fin dellegar a este término escitaria a la autoridad ejecutiva de Bolivia para que, en el supuesto de suprimirse aquella condicion, nombrase su Ministro para las negociaciones de paz, acordándose con anuencia del nuestro el punto en que debian abrirse. La resolución del Gobierno de Bolivia fué enteramente conforme a la opinion del Jeneral Ballivian.

El Plenipotenciario chileno volvió a Lima i sus esfuerzos contribuyeron a decidir al Gabinete peruano a que aceptase la mediacion de Chile, i se establecen desde luego negociaciones de paz, sin la condicion anteriormente propuesta, que las alejaba indefinidamente. Nombrado en consecuencia el Plenipotenciario peruano, se trasladaron, éste i el Ministro mediador, a Arequipa, i se pusieron inmediatamente en comunicacion con el Jeneral Ballivian i con el Gobierno de Bolivia, que procedió desde luego a constituir su representante. Los de los tres Estados se reunieron en Puno; i con el viaje del Ministro chileno a aquel punto terminan las noticias que hasta ahora tenemos por comunicaciones oficiales; pero el aspecto que ellas presentan, i las privadas que hemos recibido posteriormente, me inducen a confirmara las Cámaras de un modo positivo la lisonjera esperanza que de la feliz terminacion de este asunto, les dió el Presidente en su discurso de apertura.

Pendiente aun este apetecido desenlace de la desastrosa desavenencia entre Bolivia i el Perú, veíamos amagar otra nueva tempestad que parecía cercana a estallar contra el segundo de esos Estados por parte de la República ecuatoriana. Doloroso seria tener que añadir uno mas a tantos dramas sangrientos que han desolado nuestro hemisferio, i amortiguadas las alegres esperanzas que nuestra gloriosa revolucion inspiró a la humanidad. No me es permitido esponer un juicio sobre las razones que por una u otra parte puedan justificar un rompimiento; pero cualesquiera que sean, debemos prometernos que una i otra acojerán la mediación que deben ya habérseles ofrecido formalmente por la República de Nueva Granada. Aquel Gobierno habia dado a uno de sus enviados diplomáticos las instrucciones