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SESION EN 5 DE JULIO DE 1844

que ocasionaba al buen servicio público la escasa dotacion de ciertos empleados en el órden administrativo. En este supuesto puedo decir que ella ha sido la que ha demostrado la necesidad del artículo en discusion, i yo llamo la atencion de los señores del Senado sobre el interes e importancia de las ocupaciones que hai en cada secretaría de Intendencia.

En primer lugar los Intendentes se hallan en el caso de estar en una correspondencia activa, constante, i permanente con los cuatro Ministros de los departamentos del despacho.

En segundo lugar, se hallan en la necesidad de sostener otra correspondencia permanente tambien, con todos los gobernadores de cada provincia, i en tercero cuando proceden con el carácter de gobernadores, como que son tales de los departamentos de la provincia, tienen asimismo que mantenerla con todos los subdelegados. Véase, pues, si podrá considerarse como accidental la necesidad que hai de poner por lo ménos un oficial en cada secretaría de Intendencia. Ahora, señor, tómese en cuenta el que no basta sólo encontrar un hombre que sepa medianamente escribir, sino que es preciso buscar aquellos que tengan un fondo de probidad; porque son muchos los males que pueden resultar de la falta de circunspeccion; esas cualidades es necesario recompensarlas donde se encuentra la mediana intelijencia i donde ademas la honradez necesita un incentivo. Una persona con buenas aptitudes no querria servir o desempeñar un destino dotado como el señor Senador Presidente ha propuesto.

Hai una diferencia, señor, que se ha escapado al mismo señor Presidente, al hablar en contra del artículo en discusion, i es a saber: que si existe alguna provincia tal como Talca i Aconcagua, en que el precio de los artículos necesarios para la vida es ménos caro que en las de Santiago, Valparaiso i Coquimbo, tambien en esas primeras es mas escaso el número de hombres útiles que lo que puede ser en estas últimas; i la regla mas jeneral de los economistas, aplicable al presente caso, es que tambien es necesario pagar las cosas en proporcion del número de aquellos que pueden encontrarse o llamarse al desempeño del servicio público.

Quien no ve, señor, que en Santiago, por notable incremento de la poblacion que tiene esta provincia, se encuentra en todas las clases mayor número de personas que pueden ser llamadas a desempeñar estos destinos inferiores de que tratamos. Todo esto aparece corroborado en los reclamos de los Intendentes de Maule, Chiloé, Valdivia, etc., para que se diese a sus secretarías un oficial de pluma. El Gobierno no ha podido desentenderse de la justicia de esos reclamos apoyados en el entorpecimiento del despacho de los negocios que penden en sus secretarías i creo que es de absoluta necesidad el proporcionarles siquiera un oficial a cada una de estas Intendencias. Ya se ha propuesto a muchos de estos jefes la dotacion de 300 pesos anuales para un ausiliar, i consta por la correspondencia que manifestaré a la Cámara en caso necesario, que no ha habido quien quiera admitir este cargo por ese sueldo: por esta razon ha sido o es de absoluta necesidad darles la dotacion que tienen los oficiales ausiliares en toda la República.

Ya en la primera vez que tuve el honor de hablar sobre este artículo, hice presente a la Cámara que con respecto a los oficiales segundos de las Intendencias de Coquimbo i Concepcion, habia sucedido exactamente lo mismo que con los ausiliares de Chiloé i Maule.

Por lo que respecta a rebajar ahora (que a esto se reduce otra de las indicaciones del señor Presidente), la dotacion asignada muchos años a los oficiales de la Intendencia de Santiago, me parece que semejante medida seria opuesta a todo principio de justicia i conveniencia pública. Cuando el Gobierno ordenó que se aumentase el sueldo de los oficiales de la Intendencia con cierta cantidad que debía suministrar la Municipalidad del departamento, fué en fuerza de las poderosas consideraciones que hicieron convencer a ese Gobierno de la necesidad que habia de un aumento al sueldo de otros empleados. Esto se hizo en el año de 1825 o 1826, i en aquella época creyó el Gobierno tan justo i conveniente el aumento de esta dotacion que a pesar de los apuros del Erario en aquel tiempo se hizo llevar a cabo semejante medida. ¿Cómo ahora, siendo el trabajo mucho mayor que entónces, hemos de hacer la rebaja que se propone? ¿Cómo al primer oficial de la Secretaría de la Intendencia de Santiago se puede considerar suficientemente dotado con 500 pesos anuales? Yo creo, señor, que el mejor norte para proceder en este punto son las circunstancias: échese pues la vista sobre ellas i se verá cuál es la diferencia que hai entre las presentes i las de la fecha en que por primera se hicieron estas dotaciones.

Me parece, pues, señor, en consecuencia de lo espuesto, que redundaria en perjuicio notable del servicio público, el hacer las dotaciones tan escasas como se han propuesto o el rebajar alguna otra de las indicadas por el proyecto, porque es lo ménos que puede señalarse a los destinos a que me he referido. He dicho.

El señor Benavente. — Para conocer, señor, que las Intendencias necesitan siquiera un oficial de pluma, basta echar la vista sobre los deberes de los Intendentes. Véase la Constitucion, véase la lei del Réjimen Interior i véanse las demás leyes. Por ellas se conocerá que los Intendentes son Comandantes Jenerales de Armas en sus provincias, cargo que por sí solo exije la ocupacion constante de un escribiente, que el desempeño de su destino ocasiona frecuentes comunicaciones con el Gobierno sobre todos los