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SESION EN 19 DE AGOSTO DE 1844

te en la votacion. A mi modo de ver, esa proposicion estaba mas clara que la que ahora se ha aprobado; i si se hubiera resuelto por la afirmativa (sobre la primera proposicion), tendria yo que someterme a la votacion. Sobre este empate nada se ha decidido, i la última proposicion que ha hecho el señor Senador, i que ha sido admitida ya, no salva mis duda?; es decir, que me quedan las mismas dudas, el mismo escrúpulo que tenia para tomar parte en la discusion de este asunto. Sin embargo, si cree la Sala que debo votar, estoi pronto. Yo creo que esta cuestion no sólo es de conciencia, sino de decencia, i si no estuviese espuesto a la censura pública, no tendria inconveniente para votar.

El señor Benavente. — Yo creo que esta cuestion ha tenido mui mala estrella desde su principio. Yo tambien me tomaré la libertad de hacer una reflexion. En el año 30 se dictó una lei por el Congreso de Plenipotenciarios para poner coto a los avances de muchos individuos sobre los terrenos abandonados por el mar. Desde aquella fecha, sin el menor respeto a esa lei, se han ido repitiendo estos avances; hasta que la autoridad pública se ha visto obligada a pedir el remedio; i a consecuencia de esto se trata ahora de hacer una lei. I, ¿no podria pensarse, i aun decirse maliciosamente, viendo que se negaba el voto, que se trataba de conservar a las personas que se han tomado esos terrenos, en el goce de una propiedad usurpada con perjuicio del público?

Esto me parece que bien pudiera suceder; i por eso es que yo no queria que se nombrara a Valparaiso. Fijémonos en Coquimbo, puerto mui bueno, con una ensenada excelente; allí el mar se retira naturalmente como una o dos varas, i los propietarios con sus esfuerzos le retiran como diez; de manera que la lei en vez de ser relativa a Valparaiso, mui bien puede considerarse que la es a otros puertos donde se hacen mayores males. Yo creo que dejar de ser cuestion de decencia, por creer que la lei se reduce a los que tengan posesion en Valparaiso, puede dar sospechas de querer seguir patrocinando las usurpaciones que se denuncian.

Por el proyecto presentado, por las opiniones emitidas en esta cuestion, ha habido escrúpulos para entrar en ella, porque unos han creido que les perjudica, i otros que les interesa. Pero como yo pienso proponerla de otro modo, creo que votarán aunque sea en su contra.

El señor Presidente. — Señor, ha resultado, pues lo que se habia previsto; i por lo que se ve, ya que se conoce que con la proposicion que se acaba de aprobar, nada hemos adelantado. Yo creo, segun mi conciencia, que en esta cuestion no pueden votar los Senadores que tengan interes en los terrenos abandonados por el mar. El artículo 2 ° del proyecto de la Comision dice: que los propietarios de terrenos colindantes con el mar no pueden pretender derecho alguno sobre dichos terrenos, por las circunstancias de señalárseles en sus títulos como término o lindero la orilla del mar. Nótese, pues, bien esto: este es un artículo perjudicialísimo a los que se creen con derecho a los abandonos del mar. El artículo 5.° determina cuál es la línea divisoria en Valparaiso entre los terrenos abandonados i los de los propietarios colindantes, i luego designa donde debe ser la línea que se ha de fijar en las otras poblaciones. De manera, pues, que aquí trata de un interes jeneral, se trata del dominio de una cosa; es decir, de la propiedad; i esto me parece que es el caso del artículo del reglamento, es decir que no se debe votar, cuando se tiene un interes particular en el asunto, i no interes público.

El señor Benavente. — Lo que se ha dicho del proyecto es personalismo, no hai duda; pero al decir que este es el límite de las propiedades riberanas, debe entenderse que es jeneral para toda la República, i no especial para la localidad de Valparaiso. Pero vuelvo a decir, señor, que todo esto es para la discusion particular; en ella se reformarán los artículos. ¿Se quiere que no haya un límite ? ¿Se quiere que no se corte el mal? Pues bien señor, que no se haga la lei; pero si se quiere poner algun remedio, es preciso desentenderse por ahora de estas dificultades, i reservarse para la discusion por menor.

El señor Aldunate. — El señor Presidente me permitirá que sea importuno por esta vez. Quisiera que se leyesen las dos proposiciones, la primera que se empató i la última.

Se leyeron.

¿No podria arribarse, prosiguió, a un término razonable, volviendo a ponerse en votacion la primera proposicion que se empató?

El señor Presidente. — No, nó, ya ese es un acuerdo del Senado. Para esto se necesitaria una nueva mocion en distinto dia; por lo que no puede ser hoi mismo.

El señor Aldunate. — Cuando se empata una cuestion ¿cómo se procede?

El señor Presidente. — Como se ha hecho ahora: se constituye la Sala en Comité para discutirla, i en ella se le niega o se le da la aprobacion, como ahora ha sucedido.

El señor Aldunate. — He hecho estas preguntas, porque, señor, yo confieso que estoi en una posicion mui particular. Si por una parte no quiero tener voto en este asunto, tambien por la indicacion que ha hecho uno de los señores Senadores, quisiera tenerlo; porque podria decirse que mi oposicion a votar, tenia por objeto el que nada se resolviese, i por supuesto, el que se conservase a los propietarios de Valparaiso la usurpacion de esos terrenos. I mirada la cuestion bajo un punto de conciencia, me parece que no debo votar, por la implicancia. He aquí, pues la posicion azarosa en que me hallo.

El señor Subercaseaux. En igual caso me he hallado yo ahora dos o tres sesiones, i el señor