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SESION EN 27 DE SETIEMBRE DE 1844

Núm. 211[1]


Memoria del señor Ministro de Justicia Culto e Instrucion Pública.
Instruccion Pública.

Sin instruccion pública, sin educacion popular es en vano que pensemos en patria i libertad.

Los grandes pensamientos que estos hombres representan, ni serán comprendidos por el pueblo ni serán nunca otra cosa que dos palabras sin aplicacion, sin eco, i las mas veces mal aplicadas, torcidas en provecho de los malos para producir la anarquía i la esclavitud; sin esa instruccion que elevando a los hombres a la clase de ciudadanos útiles, los convierte en buenos servidores de la patria i en baluarte de la libertad.

La instruccion pública encierra pues para nosotros todo nuestro porvenir; allí en ese departamento jermira poique allí sólo puede jermiese órden mas perfecto a que anhelamos, i que en vano se pido a los hombres de hoi. Hoi somos mejores que ayer, mañana seremos mejores que hoi; i ese órden de mejora i perfectibilidad uniforme en todo el mundo, que marca la llegada de cada jeneracion i que las revoluciones del tiempo traen consigo, es el único capaz de cambiar gradualmente la capacidad i las ideas de todo un pueblo.

La jeneracion que hoi trabaja, será seguida mañana de la que hoi se prepara al trabajo; entre estas dos jeneraciones hai un hombre que representa un poder encargado de ligarlas a ámbas i de trasmitir a la que nace las nociones de la que muere, i que legan al morir la suma de ideas representadas por el mundo. Este hombre, ese poder, es el señor Ministro Montt, es el departamento de instruccion pública a cuya cabeza él se presenta.

Un hombre no podrá nunca estancar, hacer parar el progreso; pero un hombre en ciertas situacion jodia desviarlo, entorpecerlo, no hai brazo humano que pueda hacer recular al progreso representado en cada jeneracion que se sucede; pero sí hai quien pueda pervertirlo i detenerlo temporalmente. De aquí pues la importancia del Ministro de Instruccion Publica, de aquí su influencia en el porvenir de los pueblos.

Todos los demas Ministros son cual mas, cual ménos, dueños del presente, siembran i recojen en corto intervalo; al de instruccion pública se le ofrece un porvenir remoto, que quizas no verá, como único provecho de sus tareas silenciosas. Ingrata es pero mui grande en resultados la mision del Ministro de Instruccion Pública i en jeneral la de todos los que se dedican a la áspera ocupacion de la enseñanza; pero esto mismo servirá para convencernos del lugar importante que él ocupa en el gobierno del pais.

Conocido esto, veámos qué es lo que ha hecho i qué nos anuncia la Memoria con que da cuenta al Congreso de sus trabajos de todo un año.

La enseñanza se divide hoi en tres clases: 1.º enseñanza dada por el Estado; 2.º enseñanza relijiosa; 3.º La enseñanza que resulta del ejemplo i del contacto de los hombres, bien sea en la familia bien sea en la sociedad.

Cuando así comprendemos la enseñanza es claro que la consideramos en sus dos aspectos, la educacion i la instruccion. La primera entre nosotros ni es uniforme ni es regularizada por el Estado, es dejada esclusivamente al hogar paterno i limitada adonde él llega. El padre es el árbitro, i el único en que nuestro imperfecto sistema actual puede serlo, del cultivo de las facultades morales de nuestros conciudadanos, i sin desconocer su autoridad i su aptitud muchas veces para guiar la educacion de su hijo, no podemos desconocer que la autoridad i vijilancia paterna no es bastante para la educacion del hombre, que mil afecciones, mil errores pueden darle jiro funesto, que necesita en fin del ausilio de una autoridad que a la par de instruir, eduque, i uniforme i sistematice la educacion popular única que puede hacer fructífera la instruccion popular: ¿qué decimos? la única que puede hacer que esta no sea muchas veces perniciosa.

La enseñanza relijiosa ha sido comprendida recientemente entre los ramos de educacion de nuestros colejios de Santiago, i entre ellos, el Liceo le ha dispensado una atencion especial. Tambien el señor Ministro ha tocado el vacío que la ausencia de ella dejaba i los malos resultados que esto ha traido a la educacion eclesiástica.

En cuanto a la enseñanza dada por el Estado algo se hace i algo se adelanta siempre en mejorar su calidad i estender sus efectos. Pero hasta el establecimiento de la Escuela Normal i de la Universidad los ensayos parciales, sin uniformidad de sistema, sin unidad de accion, eran incompletos i no podian producir por consiguiente otra cosa que resultados igualmente imperfectos.

La Universidad, pues, está llamada a ejercer una influencia inmensa en la educacion; es una palanca poderosa en provecho del pais, i con razon es mirada por el Ministro con predileccion, podemos decir con amor.

Nuestra Universidad cuenta un año de existencia, i no le ha faltado en este corto espacio de tiempo quien la ataque, quien desconozca su autoridad i sus derechos, quien critique alguna de sus formas. Esto es si se quiere natural, pero no es justo. Hai en nosotros la funestísima manía de querer nivelar nuestros ensayos, no dire

  1. Este artículo ha sitio tomada de El Mercurio de Valparaiso del 14 de Octubre de 1844, Núm. 4,949. —(Nota del Recopilador.)