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CÁMARA DE DIPUTADOS

número, o están desunidos o en disidencia con sus superiores. La pintura que la memoria hace del estado de la iglesia chilena es desconsoladora.

La educacion del claustro no corresponde ni a la altura de la mision del clero ni a su antiguo esplendor. Las misiones para infieles presentan un aspecto poco lisonjero. El número de párrocos no corresponde con el de las greis que en el estado de nuestra sociedad todo lo esperan i en realidad todo deben esperarlo de sus pastores.

¿Qué medidas propone el ministerio para atacar este mal hoi grande ya, pero que nos amenaza con funestos resultados para el porvenir?

Veamos: él se propone atender a los establecimientos encargados de suministrar servidores a la Iglesia, aumentando su número i dotando a cada diócesis con un Seminario; se propone obtener una reforma en la educacion claustrar en la que ya ha tomado la iniciativa la órden de San Agustin; se dispone a establecer negociaciones directas con la Santa Sede i, últimamente, ha mandado venir de Europa relijiosos jesuítas que presten el servicio de las misiones fronterizas del sur, permitiéndoseles que vivan en el pais con arreglo a sus constituciones pero sin formar comunidad.

Las primeras medidas propuestas atacan el mal en su oríjen i pueden ser fecundas en buenos resultados; la última es un remedio de circunstancias sin frutos para el porvenir; es un aumento en la grande obra de difundir las verdades evanjélicas que mañana nos faltará, dejándonos en la misma situacion en que hoi nos vemos.

En cuanto al mejor servicio del culto i de las necesidades relijiosas de los ortodoxos habitantes de nuestras campañas, con el fin de obtenerlo, se procede a la division de las parroquias i a la asignacion directa por el tesoro público de los emolumentos de los párrocos.

El clero superabunda en la capital i en las principales ciudades, falta casi siempre en la campaña, i el que está dedicado a llenar los destinos eclesiásticos en ésta, no corresponde en lo mas mínimo a la elevacion de su ministerio ni al puesto que le está señalado en el altar, en el púlpito, en la mesa de sus hijos espirituales, al lado del lecho del moribundo.

El rol del cura de campaña es mas importante mil veces que el del cura de ciudad; rol magnífico, rol de honor i de piedad evanjélica, rol enteramente idéntico al de los tiempos gloriosos de la Iglesia.

En nuestros campos el cura puede ser el representante del progreso i alcanzar sus palabras de amor i de piedad donde no puede llegar la autoridad de la lei ni todo el despotismo de la tierra. El cura anima las almas de unos seres que de antemano le prestan una rendida obediencia, i ¿cuánto no puede hacerse en un terreno tan bien preparado? Sin embargo, en estos bellos tiempos de egoismo, raro es quien se preste a sembrarlo, i entre éstos hai quienes lo hacen con un descuido, una indiferencia estoica, mui poco edificante.

El oro es el supremo bien a que se aspira, el curato es una hacienda i la venta de los oficios consoladores de la relijion les quita su mérito divino.

Desde hoi mas será otra cosa merced a la renta directa i fija que al cura le señala el Fisco. Ya no quedará insepulto el cadáver del padre, miéntras disputan los hijos por el precio de su entierro. Ya no se pleitará sobre la distancia que haya viajado el cura en cumplimiento de su ministerio para determinar segun ella, lo que corresponda. Ya nadie morirá como un moro en el desierto, sólo porque no ha tenido como traer cerca de su lecho los socorros evanjélicos personificados en el cura.

La medida de rentar los curas es por sí sola capaz de formar el crédito de un ministerio, tal es su grandísima importancia, tal su influencia en las fibras mas íntimas de nuestra sociedad.

Al hablar de ministro del altar i de lo augusto de su ministerio, es imposible olvidarse del misionero de Magallánes, del padre frai Domingo Pasolini.

La voz de ese sacerdote desde el último confín austral del continente americano, allí rodeado de salvajes, salvaje el mar, salvaje la naturaleza toda, salvaje los hombres, tiene un sonido ntiguo i santo que complace i edifica. Rara vez hemos insertado documento alguno con mas placer que la nota de este relijioso a su prelado en Castro.

Estarnos persuadidos que el Gobierno de la República mira i mirará siempre con la mas grande solicitud los trabajos i la persona de aquel eclesiástico.

El representa allí el elemento mas poderoso de civilizacion, i por lo mismo los deberes que a él le están impuestos son demasiado grandes para gravitar sobre los hombros de un sólo hombre; es preciso, pues que le acompañen otros que sean celosos, incansables i mui fervorosos propagadores de la fe. Un eclesiástico malo en Magallánes seria tan funesto que quizas comprometería la existencia de nuestra naciente colonia.

La legacion a Roma es mirada con particular interes por el señor Ministro, nosotros a este respecto no miramos las cosas de igual modo, nada vemos que no pueda obtenerse en Roma aun sin la idea de un Ministro cerca de Su Santidad; nada vemos en lo mismo que se propone conseguir que merezca costear una legacion a Roma.