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SEION EN 9 DE SETIEMBRE DE 1844

dieron a esos hechos, talvez encontrará en otra parte precedentes funestos i principios contrarios a las reglas eternas de la moral, i cuando Chile combate por medios lejítimos las aspiraciones de hombres ambiciosos que se empeñan en trepar al Poder Supremo por la senda tortuosa de las conspiraciones i revueltas, léjos de estraviar la opinion pública, le da la direccion mas conveniente en esta época de trastornos i de paises donde, a fuerza de repetirse esos atentados, casi han llegado parecer naturales i justos i a corromper la moral de los Gobiernos i de los pueblos. La suerte de los Jefes Supremos que restituidos a la vida privada traman conspiraciones i atizan revueltas, no es acreedora a las mismas consideraciones que la de aquellos que renuncian sinceramente a la carrera pública o sólo aspiran a figurar en ella por medios lejítimos. Si V.E. cree que el ex-protector pertenece a éstos, respeto sus convicciones; pero el Gobierno de Chile se ha formado diferente juicio, i para formarlo no se ha fundado en meras sospechas de lo que pudiera hacer Santa Cruz, sino en hechos de toda notoriedad, ejecutados por él i por sus ajentes.

Yo siento que las observaciones que me ha sido preciso consignar en esta nota, me hayan puesto en la necesidad inevitable de emplear espresiones que pueden parecer duras en su aplicacion al individuo por quien intercede tan esforzadamente el Gobierno del Ecuador. Es honrosa al Gobierno ecuatoriano la gratitud que ha mostrado a los antiguos servicios de Santa Cruz; sin los motivos que he tenido la honra de esponer a V.E., Chile creería de su deber imitarla; i aun teniéndolos, procurará conciliarios con las consideraciones debidas al infortunio. Don Andrés Santa Cruz ha sido acojido con respeto; las restricciones que se han puesto a su libertad personal cesarán luego que se hayan asegurado de algun modo los objetos que las han hecho necesarias; i entre tanto, puede V.E. estar seguro de que se le prestan todas las atenciones i se le facilitan todas las comodidades de que su situacion presente es susceptible.

Rogando a V.E. se sirva elevar esta contestacion de mi Gobierno al Excmo. señor Presidente del Ecuador, tengo la honra de renovar las seguridades de la alta i distinguida consideracion con que soi de Ud. atento i seguro servidor. Ramon L Irarrázaval. —Al Excmo. señor Ministro de Relaciones Esteriores de la República del Ecuador.


Núm. 191[1]

Con la reproduccion que de tres de ellas han hecho los diarios, estará el público enterado de una parte del cuadro de los trabajos administrativos del pasado año, con el programa de los que quedan iniciados para el próximo.

Dejando a un lado todo aquello que podemos llamar de trámite en una buena administracion, cada uno de los departamentos ha presentado algun asunto notable, digno de llamar la atencion de la prensa i de servir de materia a graves discusiones: el Ministerio de Culto e Instruccion Pública, la organizacion, direccion i jurisdiccion sobre la instruccion pública, encomendada a la Universidad; el de Relaciones Esteriores, la reunion de un Congreso Americano, la colonizacion de Magallanes; la fortificacion de nuestras costas, la creacion de un Departamento de Marina i una escuadra permanente, el de Guerra i Marina.

De todos estos asuntos, mui importantes de por sí, queremos contraernos a dos: el Congreso Americano i la Marina.

Sobre lo primero a fuerza de oirlo repetir, empezamos a persuadirnos que es una cosa real i positiva a que los gobiernos americanos dan una alta importancia.

La idea de reunir un Congreso de enviados de todas las repúblicas americanas, no es nueva, ni pertenece a un Estado, ni a un Ministro particular; es una utopía tan antigua como la Independencia i que ha hallado acalorados sostenedores en plumas tan aventajadas corno la de Mr. de Pradt i otros estadistas.

I cuando llamamos a esto una utopía, no es porque dudemos un momento de que al fin lleguen a reunirse los diversos ajentes en el lugar señalado, que se haga el canje de poderes, se abran las sesiones i se sancionen algunos puntos de Derecho Internacional Americano.

Despues de realizadas todas estas cosas de pura forma, todavía nos parecerá una utopía el Congreso Americano, una utopía de las muchas que se intentan en América, sin resultado alguno positivo.

Necesitamos esplicarnos. La idea de formar Congresos viene acreditada por la práctica europea, en el famoso de Viena, las conferencias de Lóndres i otras reuniones diplomáticas que han tenido lugar en distintas épocas recientes, para arreglar diferencias internacionales europeas que turbaban la paz del viejo mundo.

La Santa Alianza pertenece a este jénero i tambien la cuádruple de Francia, Inglaterra, Portugal i España. Los publicistas modernos presienten una época no mui remota, en que todas las transacciones europeas habrán de arre

  1. Este artículo ha sido tomado de El Progreso de Octubre de 1844, núms. 593 i 594. —(Nota del Recopilador).