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CÁMARA DE DIPUTADOS


Núm. 117

Esta Cámara ha tomado en consideracion el proyecto de lei en que se concede una pension al presbítero don José Lucio Fuentes i le ha prestado su aprobacion en la misma forma en que fué aprobado por la que V. E. preside.

Devuelvo los antecedentes.

Dios guarde a V. E. —Santiago, Agosto 8 de 1844. —Mariano de Egaña. Francisco Bello, Pro-secretario. —A S. E. el Presidente de la Cámara de Diputados.


Núm. 118

El Senado, en sesion del 7 del actual, ha elejido para Presidente al señor don José Miguel Solar.

Dios guarde a V. E. — Santiago, Agasto 8 de 1844. —Mariano de Egaña. Francisco Bello, Pro-secretario. —A S. E. el Presidente de la Cámara de Diputados.


Núm. 119

El Congreso Nacional ha tenido a bien acordar, en favor del presbítero don José Lucio Fuentes, el siguiente


proyecto de lei:

"Artículo único. Mientras la vida del presbítero don José Lucio Fuentes le contribuirá el tesoro público, con dieciocho pesos mensuales para su subsistencia.

Dios guarde a V. E. —Santiago, Agosto 10 de 1844. —Francisco Antonio Pinto, Presidente. —Ramon Renjifo, Diputado, secretario. —A S. E. el Presidente de la República."


Núm. 120 [1]

La prensa está destinada á sufrir, todos los años, junto con la discusion de una partida del presupuesto, ataques vulgares e infundados, inculpaciones acres de dependencia i esclavitud del poder, que todos los años rechaza, que todos los años desvanece con la prueba elocuente de los hechos. Aleccionados por la esperiencia, esperábamos ver renovados en la Cámara los discursos del año pasado; acostumbrados a ver a menudo cambiados los papeles sobre nuestra escena, esperábamos tambien ver venir el ataque de parte de algunos Diputados i la defensa de parte del Ministro. Pero lo que jamas esperamos era ver en el señor Toro un émulo del señor Palazuelos, un repetidor de vulgares imputaciones, falsas las unas y desnudas de fundamento las otras.

Recien con el suplemento de El Progreso del Sábado hemos recibido el Domingo la relacion del debate del 9 del presente; recien podemos ocuparnos hoi de él. Si la prensa de la capital ha guardado silencio sobre las opiniones, los asertos diremos del señor Toro, El Mercurio no puede hacer otro tanto ni resignarse a dejarlos pasar sin réplica, con mengua de su honor i de la verdad. Cuando un Diputado i ese Diputado miembro informante de una comision, enumera con pompa hechos que sirven de base al dictámen de ésta i a las opiniones de aquél, parece que debieran esperarse pruebas, exactitud a todas luces, realidades y no cálculos, presunciones, las mas de ellas infundadas; parece que no debiera esperarse un artículo de acusacion del nuevo hecho de no haber la prensa opinado como el señor Diputado, de no haber ella tocado tal o cual asunto que en concepto de él debiera haberla ocupado anteponiéndolo a todo otro, o si lo ha hecho, no habrá sido en armonía con las ideas de éste; una acusacion, en fin del hecho de no haberse ella opuesto en todo i para todo al Ministerio.

Esto ha sucedido, sin embargo, i por mucho que nos pese decirlo, ha sido el señor Toro, el mismo que ha sido citado con honor en varias ocasiones por la prensa, el que ha sido mas de una vez apoyado por ella, el que ha lanzado desde los bancos de Cámara sobre el diarismo del pais, una acusacion destinada a empañar su lustre i su buen nombredentro i fuera de la República. Vamos pues a defendernos, vamos a seguir al señor Toro en el laberinto de digresiones que envuelve su discurso, vamos a demostrar la inexactitud de sus asertos.

Al oir hablar al señor Toro de El Mercurio, cualquiera se admira de su estraordinaria penetracion o de lo iniciado que aparece en los secretos de su redaccion; i sin embargo, profundizando un poco las cosas, se viene a sospechar que, o no se ha impuesto de los trabajos de la prensa o los ha olvidado completamente. El Ministro sostiene que la prensa es independiente, que la suscricion del Gobierno no la esclaviza ni la somete a la voluntad de éste i en prueba de ello, dice que los actos de la administracion son criticados con entera libertad. El Gobierno no exije, dice el Ministro, de los editores de los periódicos que proteje, sino sensatez, buen juicio i que coadyuven a servir al pais; no exije que le alaben ni que le sirvan ciegamente; i siento esto como un hecho porque lo puedo poner de bulto a la vista de los señores Diputados; fíjense, si no aun en los artículos editoriales de esos mismos periódicos i allí se verán espresadas con plena libertad la

  1. Este artículo ha sido tomado de El Mercurio de Valparaiso del 28 de Agosto de 1844, número 4,903. —(Nota del Recopilador).