la ▼comision, de consiguiente, estamos de acuerdo. Le falta al del gobierno espresar qué cantidad de ▼terrenos debe darse a cada poblador; i es tan esencial determinar esta cantidad, que sin esto podrá quedar eludido el objeto de la lei; pues esto no es otro que promover la ▼industria en aquellos lugares que necesitan la atencion del gobierno i si no se determinase la cantidad, resultada que quedaba aquel con facultad para conceder una porcion mas que suficiente, excesiva quizá, en beneficio de un solo individuo. Yo no creo que lo hiciese el actual gobierno; me glorio de pertenecer a un pais que tiene una administracion como la presente, que nos inspira tanta confianza i mui merecidamente.
Pero ¿no seria posible que andando el tiempo, i por las diversas ▼modificaciones que sufre un gobierno, se cometiese quizá un abuso que perjudicaría el objeto de esta lei? Supongamos que se diese la mayor parte de estas tierras de Uman a un solo individuo, ¿qué habríamos conseguido con esto? formar hacendados; pero eso no es el objeto de la lei. Para que se realice este objeto debe designarse el número de terrenos que ha de concederse a cada uno, para que aquellos se repartan entre el mayor número posible de ▼colonos. Como falta este requisito esencial al artículo que está en discusión, yo creo que debe preferirse el de la comision. Se me había olvidado hacer presente esta reflexion a la Sala.
Ha dicho el señor ▼Ministro que cree útiles i convenientes las facultades que queremos conceder al Gobierno, pero que de ningún modo las cree necesarias. Esto, si no quiere decir que el Gobierno no se halla dispuesto a admitirlas, que no quiere aceptarlas, no sé lo que signifique; porque ¿qué mal hacemos al Gobierno con darle esta facultad? Ninguno, i mucho bien, si no hace uso de ella nada se pierde, i si lo hace ¿qué no ganamos? I si nada se pierde ¿por qué no dárselas? El Gobierno ha recibido de la ▼Camara repetidos testimonios de su deferencia, i este no seria mas que otro nuevo testimonio que se le daria al revestirlo de estas facultades; yo creo que no debería rechazarlas; que nosotros debemos insistir en concederlas i el Gobierno debe admitirlas. I si hai una persona que ménos debería negarse a semejante concesion, dígolo con la mayor sinceridad, es el señor Ministro que acaba de hablar; nó porque él las desee, sino porque debe estar dispuesto a admitirlas, como parece que ya lo ha manifestado i ¿qué mas que decir que nada se pierde con ellas, que son útiles, aunque a nada conducen?
He dicho todo lo que tenia que hablar sobre la materia. Voi ahora a satisfacer a la Cámara sobre el cargo que se me ha hecho acerca del resultado de la comision que nos confirió el Supremo Gobierno. Señor, esos proyectos de que ha hablado el señor Ministro, pasaron a una comision compuesta del señor ▼Egaña, del señor Errázuriz i del que habla. Nos reunimos los primeros dias en el ▼Consulado, i tuvimos allí dos o tres conferencias. El señor Egaña insistió desde el principio, primero en que no teníamos datos de que servirnos para dar al Gobierno el informe que nos pedia; dijo despues que si algunos datos debíamos tener a la vista, eran los relativos a los motivos que tuvieron los españoles para formar las poblaciones que hubo a orillas del Imperial i demas puntos de la República; que era preciso tener a la vista los antecedentes, i que por lo tanto él los traería; que la mejor medida que debía tomarse para proceder con acierto en el asunto era tener esos datos. Convinimos en reunimos despues; nos trajo los datos i nos dijo que era preciso considerar de nuevo el asunto: aquí se ofrecieron nuevas dificultades. ¿Por dónde empezamos, por dónde concluimos? dijo el señor don Mariano; estos lugares son desconocidos para nosotros, por lo que seria preciso ir a ellos. Yo le pregunté: ¿quién es usted i yo, señor don Mariano? (Risas). En fin, invitados por el señor don Mariano para ir a su casa para... ah! se me habia olvidado; convinimos en que el señor don Mariano diese el informe diciendo cuanto se le ocurriese sobre el particular, con los datos que él dijo tener en varios documentos. Sea en hora buena, señor don Mariano. Pasó un año i cuando creímos que este informe estuviese hecho, voi a su casa: -¿Qué tenemos, señor don Mariano? —Nada (Risas). —Pero ¿en qué hemos convenido? —En nada. (Risas). —En esto me parece que habíamos convenido, señor don Mariano. —Se engaña Ud, me dijo. Concluyamos; estas son bromas; estos informes se piden cuando no se quiere hacer nada, me dijo; estos informes se piden cuando no se quiere poner mano en los asuntos (Risas). Cuando el Gobierno no tiene amor a las cosas las aleja de su lado. Esto me dijo el señor don Mariano, i yo fui de su opinion. (Risas). —Convengamos, pues, señor don Mariano, en que devuelva Ud. los proyectos. Esta es la culpa que puede haberme cabido en el informe de la comision que no ha dado ni dará, porque el señor don Mariano se mantiene en las suyas de no dar el informe i yo en las mias de no darlo tampoco.
Con que, señor, hablando francamente, la comision podrá satisfacer al Gobierno en el estado presente del pais, si pudiese hacer una investigacion de aquellos lugares, si tuviese otros documentos o finalmente si tuviéramos estadística en Chile; pero desgraciadamente, todavía no tenemos nada de esto. Viajar, no podemos sin conocimientos precisos, porque de otro modo semejante viaje seria inútil. Si tuvéramos todo esto, quizas la comision podría manifestar sus buenas intenciones. Yo creo que verdaderamente esto es un asunto engorroso para e Gobierno, como lo ha manifestado el señor Ministro; lo será, pero dejaria de serlo talvez si al señor Mi