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SESION DE 31 DE JULIO DE 1844

que la Cámara las acoja. Creo, no obstante, que el artículo que se ha puesto en discusion debiera aprobarse en la forma que aparece, porque no está en oposicion con las indicaciones que la Cámara puede despues aprobar.

Bastaría para que aquellas se incluyesen en el proyecto, agregar algunos artículos a los presentados por el gobierno que son sólo dos; pero no entiendo que pudiesen servir de embarazo para acojer todas las indicaciones de la comision el que la Cámara desde luego aprobase el artículo 1.° del proyecto del Gobierno. No me parece que pueda tener lugar la indicacion del señor Diputado que ha hablado últimamente, porque al decir que se autoriza al Presidente de la República para hacer en tal forma la enajenacion de los terrenos baldíos, se entiende que se habla de aquellos que indisputablemente pertenecen a la nacion; de consiguiente todos los terrenos sobre los cuales pueda alegarse i se haya alegado algún derecho por una corporacion o por un individuo, miéntras no decida la autoridad judicial, no tiene la nacion derecho para cederlos, ni tomar sobre ellos resolucion alguna. Por estas razones, señor, me parece que debería aprobarse el artículo tal como aparece en el proyecto que se discute.

El señor Palazuelos. —Siento mucho no estar de acuerdo con el señor Ministro sobre la aprobacion que pide del artículo tal como aparece en el proyecto; las razones que tengo para ello las manifestaré despues de hacer a la Cámara algunas observaciones que considero indispensables para venir en conocimiento de este asunto i del juicio, o mas bien diré del acierto conque ha procedido la comision al presentar su pensamiento bajo la forma en que aparece en el proyecto, que tambien ha tenido la honra de someter a la deliberacion de la Cámara.

Ante todas las cosas, señor, como hablamos en unos tiempos tan pacíficos en que ya se acabó la guerra, esa guerra parlamentaria, guerra que no existe ni puede existir, diré que el asunto en que nos ocupamos en este momento nos obliga sólo a un combate de amistad i benevolencia en favor del pais. Me permitiré, pues, hablar esta noche con franqueza a la Cámara.

En primer lugar señor, siento en el alma que el señor Ministro no se haya manifestado poseído de la fe que yo tengo en esta cuestion por lo que respecto a las ventajas que reportaría el país desde el momento en que el Gobierno tomara a su cargo ejecutar un proyecto de colonizacion; yo sentiría, señor, no haber encontrado en un individuo cualquiera esa fe de que yo i la comision entera estamos poseídos. La Sociedad de Agricultura i Beneficencia, cuyo celo ha recomendado el señor Ministro en una de sus sesiones del mes de Marzo i Abril, oyó al señor Phillips, un estranjero ilustrado que ha hecho grandes servicios a Chile, que actualmente se halla en la colonia de Magallánes, que ha recorrido todos los puntos de importancia de la República, habiendo este caballero hecho evidentes las ventajas que resultarían de poblar una i otra orilla del rio Bueno, se estendió a hablar de los grandes bienes que sacaríamos de poblar desde ese punto hasta el Cabo de Hornos, tanto por la riqueza mineral del pais, como por la vejetal, pues, nos dijo que habrán ahí maderas en abundancia i mui ricas.

Este caballero es un naturalista, no es mero curioso, es un hombre que despues de muchos años de peregrinación en el pais, cree de suma necesidad que nos adelantemos a poblar esos lugares por la mucha riqueza que prometen. No sólo el Gobierno, el país entero conoce ya la gran utilidad que promete la formacion de colonias; en esto nos confirman los esfuerzos que se han hecho ayer por una Sociedad de Poblacion i despues por ia de Agricultura i Beneficencia. Sin embargo de que hasta aquí no hemos visto que se haya llevado a cabo ninguna de estas ideas, no hai quien no conozca lo mucho que nos promete su realización.

Sabemos por personas intelijentes, uno de ellos el señor Mébon, que estableciendo misiones en aquellos puntos i haciendo esfuerzos por civilizar a los patagones, tendríamos un gran número de pobladores útiles. Con que, por una parte nos anima un empeño nacional en formar estas colonias i por otra, tenemos una grande obligacion para con las provincias de Chiloé i Valdivia de librarlas de la invasión de los bárbaros; porque no seria la primera vez que éstos las asaltasen repentinamente, pues aunque tienen sus sueños ¿quién sabe si despiertan, se echan en masa sobre esas provincias i las arruinan? ¿I quiénes serian responsables de esta ruina? nosotros, que pudiendo precaverlas de una invasion, no empleamos los medios que disminuirían por lo ménos los peligros que corren. Aun cuando no tuviéramos mas obligacion que la de sacarlas de ese estado de servidumbre en que se encuentran, privadas de los elementos de la naturaleza misma, debiéramos hacer algo por ellas.

¿Es nosible que en unas provincias tan ricas no haya mas elemento que el alerce, que éste sea la única moneda del pais para el mayor número de sus hibitantes? ¿será posible que no tengan otra plaza donde poder acercar sus producciones? Parece, pues, que toda la sociedad reconoce como indispensable el establecimiento de una colonia en cualquier punto de la República.

Se ha dicho que no sabemos los datos con que el Gobierno debe contar para llevar a cabo este pensamiento i ¿cuándo tendrá esos datos el Gobierno? Casi podria asegurarse que ni en un siglo será posible venir en conocimiento de todos los antecedentes que pueden necesitarse ¿i