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CÁMARA DE DIPUTADOS

dadamente, i no creo tampoco que con lo espuesto se han rebatido mis argumentos.

Se cree que el aumento de las rentas en los años venideros será mui grande. Este es un error, señor, error nacido de un buen principio, de un excesivo amor al pais; pero un error que será de funestas consecuencias. ¿Cuál es el principal oríjen de nuestras renta nacionales? las entradas de aduana. Ahora bien, fíjese la Cámara en la multitud de circunstancias que pueden oponerse al progreso de esa renta. ¿I seria prudente confiarnos en una entrada que no es segura i gravar a la nacion con nuevos gastos? ¿quién puede asegurar la uniformidad en la marcha de los pueblos vecinos de Chile? En el año 41 las rentas fueron menores que en el 40 i las causas porque el Ministro de Hacienda esplicó esta diferencia, pueden reproducirse. Aun hai mas, he oído decir que las rentas de aduana han bajado en el presente año i la modificacion que va a hacerse en la tarifa de avalúos puede hacer mayor esta baja.

Pero aun suponiendo que las rentas sigan esa marcha progresiva, me queda todavía el otro argumento, es a saber, si debe o no preferirse la satisfaccion de las necesidades que demanda el proyecto a otras muchas que reclama el pais. Ya en otra sesion lie manifestado mi parecer sobre este punto, indicando otras diversas necesidades, que con mas urjencia reclama la nacion. No niego yo la necesidad de que los empleados públicos sean dotados; niego sí que esta necesidad sea preferente a otras muchas que se hacen sentir en Chile.

Se ha querido que confiemos en el Gobierno; se ha pretendido que defiramos ciegamente a su palabra. Respeto mucho señor al Gobierno, respeto al Ministro que ha defendido el proyecto, pero quiero formar mi conciencia propia; mi deber me manda que en este asiento así lo haga. Si hubiésemos de atenernos al principio que se ha sentado confiando en todo al Gobierno, ¿de qué seiviria la Cámara? Seria una rueda demas en la máquina de la organizacion social que solo serviria de embarazo en las resoluciones. Si el Gobierno actual merece nuestra confianza, no debemos creer que todos los gobiernos que le sucedan, sean lo mismo. La Cámara no debe jamas desprenderse de las facultades que le concede la constitucion, confiando sin exámen en la opinion del Gobierno. Por otra parte, como ya lo dije en una sesion anterior. ¿No puede suceder mui bien que el Gobierno atendiendo a lo pequeño de la suma que demanda este proyecto, no se haya de tenido lo bastante para examinar el estado de las rentas nacionales?

La primera vez que hablé sobre este asunto, no negué la necesidad de dotar a los gobernadores; manifesté sí los peligros que a mi juicio podian resultar de esta dotacion, peligros en que no insistiré por ahora.

Se ha dicho que he llamado consejil el empleo de gobernador, lo que no es cierto. Dije que podia considerarse como un empleo consejil; i que teniendo los subdelegados e inspectores una carga mucho mas odiosa que los gobernadores, que teniendo mayores ocupaciones que ellos, pues administran justicia, no habia razon para que a los primeros se les obligase a servir por fuerza i no se siguiese la misma regla con respecto a los segundos.

Se ha dicho que la destitución es mas bien una recompensa que una pena para los gobernadores. Yo no lo pienso así: la destitucion es una pena deshonrosa e infamante con que una persona de honor no querrá cargar.

Se ha alegado tambien para prevenir favorablemente la voluntad de la Cámara que el gobierno está tan interesado como ella en el bien público; i que sin haber examinado detenida i escrupulosamente el proyecto, no se habría decidido a presentarlo a su consideración. Pero yo creo señor que la Constitucion ha querido que haya un poder independiente del ejecutivo, que no sea sujeto ciegamente a su opinion, que obre por su propio convencimiento, que forme su conciencia como la forma el gobierno, i en fin que no se desprenda jamas de esta facultad.

El señor Irarrázaval tomó la palabra. En la primera discusion que sufrió el artículo de que tratarnos ahora, dije que me proponia hablar mui poco, porque cuando se discutió el proyecto en jeneral, el debate recayó casi enteramente sobre este artículo. Conforme con este propósito voi a hablar cuatro palabras en apoyo de este proyecto.

Mui conforme estoi con el señor Diputado preopinante en que la Cámara debe procurar formarse su conciencia propia, en que debe meditar los asuntos i examinarlos con detencion; pero hai caso en que, como el presente, no puede darse a este principio toda la amplitud de que es susceptible, si queremos evitar funestas consecuencias. De que la Cámara debe obrar conforme a ese principio, no se deduce que no haya casos en que, como el presente, no conviene decirlo todo por exijirlo así la conveniencia pública, la reputacion i el honor del gobierno; porque a la verdad, señor, este sufriria mui luego las consecuencias de su lijereza si obrase de ese modo. ¿Qué se opone pues a que la Cámara haga escepcion a sus piincipios jenerales cuando así lo quiere la conveniencia, el honor de la nacion chilena? Ademas de esto, yo órgano del gobierno, he manifestado a la Cámara los antecedentes de donde se deduce que hai fondos que subrogan los gastos que el proyecto reclama; i el señor Ministro de Hacienda ha apoyado esto mismo con su silencio, pues habiendo visto en el diario de esta capital la oposicion que se hacia al proyecto no ha venido a decirnos: no es esta la ocasion oportuna de discutir este proyecto: no hai fondos con que llevarlo a cabo. ¿I seria tan imbécil ese ministro que fuese a dar un paso que