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CÁMARA DE DIPUTADOS

se procedia de lijera, se esponia la Cámara a varios inconvenientes por los abusos que pudieran cometerse.

El señor Cerda opinó poco mas o ménos lo mismo i dijo que se oponia no sólo a que se admitiese esta renuncia, sino cualquiera otra; que él entendía irrenunciable el cargo de Diputado; que las razones alegadas podían admitirse como escusa, pero nó como renuncia, i finalmente que no era necesario que la Cámara aprobase la admision del suplente, pues era costumbre lo hiciese el Presidente con una mera consulta a la Sala.

El señor Renjifo espuso que se habia llamado al suplente, porque, ya se admitiese o no la renuncia del señor Lecaros, de todos modos debia incorporarse a la Sala, por ausencia de aquel señor; manifestó el olvido que de un artículo de la Constitucion habia sufrido el señor preopinante, pues que en él se dice espresamente que una de las atribuciones de la Cámara, es admitir las dimisiones de sus miembros, cuando estas fueren fundadas; en conclusion dijo que sin perjuicio de que la Cámara discutiese despues la renuncia del Diputado en propiedad, debia incorporarse el suplente.

El señor Cerda dijo que se habia convenido en su idea i concluyó: Cuando dije que las funciones de Diputados eran irrenunciables, no lo dije absolutamente; ¿cómo puede ser Diputado, por ejemplo un loco? No debe, pues, entenderse absolutamente, ni tampoco deben agarrarse de palabritas... En fin... no quiero continuar.

El señor Renjifo. Ni yo quiero contestar.

Despues del juramento de estilo se incorporó en la Sala el señor Bustamante. Continuó la discusion de las partidas del Presupuesto del Ministerio del Interior i de Relaciones Esteriores.

Puesta en segunda discusion la 17.ª, el señor Irarrázaval tomó la palabra, i dijo que ese ítem habia sufrido alguna oposicion en la sesion anterior porque habia en él una partida de 300 pesos para el médico de sanidad, cuyo oficio se habia dicho que era desempeñado por un romancista; que apenas llegó a sus noticias este asunto, habia procurado averiguar quién era esa persona, i qué motivos habian para no dotar a un facultativo que hubiese rendido sus exámenes, mas que no habia podido averiguar nada de esto. Concluyó conviniendo con la indicacion i asegurando que haria lo posible para remediar el mal que se habia indicado.

El señor Vial, don Manuel Camilo, dijo que al hacer la indicacion no habia tenido otro objeto que poner en conocimiento de la Cámara los inconvenientes que podian resultar de que no fuese un facultativo recibido el médico de sanidad en Valparaiso, cuya poblacion era tan numerosa, i lo peligroso que se hacia un contajio que no podria evitarse por un individuo que carecía de los conocimientos de la profesion; espuso a la Sala que el mismo individuo a quien se dotaba ahora con $300 recibía tambien la suma de $900 en calidad de cirujano del Ejército, i que con estas dos sumas era mui fácil adquirir un facultativo que tuviese los conocimientos de su profesion; concluyó diciendo que supuesto que el señor Ministro habia manifestado su ánimo de remediar el mal, su oposicion no tenia lugar puesto que cesaba el motivo que la habia hecho nacer.

Se procedió a votacion i fué aprobado ese ítem.

Se puso en segunda discusion la partida 19.

El señor Irarrázaval dijo que en la sesion anterior habia suscitado tambien algunas dificultades esta partida i que se vaciló o a lo ménos no se tuvo presente el oríjen de la lei por la que se concedió al Gobierno la facultad de invertir cierta cantidad en gastos secretos (despues de leída la lei continuó) que desde entónces se rejistraba en el Presupuesto del Ministerio del Interior una suma para gastos secretos; acerca de la necesidad de estos gastos, dijo que no necesitaba enumerarlos, pues eran conocidos por todos aquellos que tienen ocasion de observar los actos del Gobierno, por todos aquellos que han formado i forman parte del gabinete. Por lo que respecta al temor de que pueda abusarse, dijo que no era solo un Ministro, ni un Ministro acompañado solamente del Presidente de la República el que conocía estos gastos, sino que todos los miembros del gabinete eran sabedores de la inversion de esa suma, i que no era posible que todos esos miembros se mancomunasen para abusar; concluyó insistiendo en la aprobacion de la partida.

El señor Varas insistió en su indicacion apoyándose en que no habia razon para que se ocultase gastos que se decia eran de utilidad pública; en las ideas chocantes que despertaba la partida i en lo considerable de la suma, pues dijo que si en un tiempo habia sido necesario dictar esa lei, no existia actualmente la misma necesidad; concluyó pidiendo, como en la sesion anterior, que se agregase una pequeña suma en los gastos estraordinarios, espresando que de ella no tenia que dar cuenta el Gobierno.

El señor Irarrázaval manifestó la estrañeza que le causaba el que la partida en discusion, hubiera sujerido ideas chocantes al diputado que le ha precedido en la palabra; dijo que la partida, léjos de chocarle era, a su juicio, mui necesaria, mui indispensable, necesidad que conocerían todos aquellos que estuviesen algo instruidos en los negocios del gobierno: por lo que hace a la suma, lejos de creerla exajerada, la juzgó escasa, atendiendo los gastos que pueden ocurrir al Gobierno; i en cuanto al temor, repitió que no existia, desde el momento en que habia manifestado que todos los miembros del Gabinete eran conocedores de la inversion que se daba