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SESION EN 31 DE JULIO DE 1843

Núm. 248

Excmo. señor:

Doña María Díaz, viuda de don Pedro Manríquez, ante V. E . respetuosamente me preseNnto, i digo: que agobiada con el peso de una numerosa familia i careciendo absolutamente de todo recurso, aun para llenar las primeras necesidades de la vida, me hallo en la precision de instruir un espediente para acreditar los servicios que prestó mi finado marido a la causa de la independencia durante la campaña de 1817, para que el Supremo Gobierno, en vista de él, se sirva acordar a mi desgraciada familia la pension que en justicia creyere conveniente.

Por fortuna se encuentra entre nosotros el señor Jeneral don Juan Gregorio Las Heras, quien conoció al espresado mi marido i fué testigo de los inminentes riesgos a que se espuso, los importantes i difíciles trabajos que emprendió para el paso del ejército libertador, de las cordilleras i por último de su actividad, conocimientos i constancia, a la que se debió en gran parte la felicidad con que el ejército hizo su tránsito sin que jamas se le hubiese retribuido a él ni a su familia con la mas pequeña recompensa. Para acreditar pues, todo lo espuesto, espero que V. E. se sirva ordenar que el espresado señor Las Heras informe a continuacion sobre los hechos relacionados i cuanto mas supiere acerca del particular, i emitido su informe se me devuelva todo lo obrado para hacer el uso que me convenga.

Por tanto, a V. E. suplico se sirva así decretarlo por ser justicia que pido, Excmo. señor. —Marta Díaz.


Comandancia Jeneral de Armas. —Santiago, Julio 25 de 1843. —Como se pide, al efecto pásese el oficio de estilo. —Romo.


Señor Inspector Jeneral:

Cumpliendo con el decreto de V. E. que antecede, digo: que don Pedro Manríquez, a quien hace referencia esta representacion, al abrirse la campaña sobre este pais el año 17, de órden del señor Capitan Jeneral don José de San Martin, fué destinado a mi division con veinte i tantos mineros mas, bajo sus órdenes, para que hicieran en ella el servicio de zapadores, allanando i recomponiendo los caminos de la cordillera, enteramente arruinados por el tiempo trascurrido sin comunicacion, i por las medidas de precaucion i de defensa tomadas por los españoles. Durante la marcha de mi división (desde Uspallata hasta los Andes) siempre vino a vanguardia con la partida esploradora, cumpliendo pundonorosamente con su deber; i cuando se acampaba él era el encargado de allanar el terreno, venciendo las dificultades que se presentaban para poder establecer la batería perteneciente a dicha division, tan necesaria para su seguridad.

También se halló dicho Manríquez con sus mineros en el ataque del Punto de la Guardia, i cumplió exactamente con las órdenes que le habia dado de demoler todas las fortificaciones construidas allí por los españoles.

Luego que mi división se incorporó al ejército al pié de la cuesta de Chacabuco, cesó el señor Manríquez de pertenecer a ella; debiendo añadir que los servicios prestados por el señor Manríquez con tanta actividad, patriotismo i desinteres (pues nunca se le dió otro sueldo que el alimento) facilitaba no sólo las operaciones de mi division, sino también el paso de todo el material del ejército que venia una jornada a mi retaguardia. —Santiago, Julio 26 de 1843 años. —J. Gregorio de Las Heras.


Núm. 249 [1]

Por el estrado que nos da El Progreso de los debates de las Cámaras, vemos que ya se está tratando en una de ellas del presupuesto de gastos para el año económico que va a empezar; mas esto es lo único que podemos saber a este respecto, al ménos los que no residimos en la capital, i nos es forzoso mantenernos en espectacion sobre el conocimiento detallado de tal presupuesto, i renunciar a la idea de tomar alguna parte en el exámen de tan importante asunto. Este silencio impuesto a la prensa por circunstancias accidentales es un hecho que creemos digno de ser deplorado, no porque creamos que podríamos nosotros ilustrar el juicio de lasCamaras, sino por motivos que nada tienen de personales a nuestro papel, ni de presuntuosos.

Nadie ignora que el presupuesto es la clave de toda administracion, i que en él se hallan patentes las miras del gobierno, no sólo en el sentido económico, sino también en el político. Por esto es que en todos los paises representativos el exámen de este documento es uno de los asuntos mas graves i de mayor Ínteres, tanto para la tribuna como para la prensa. Bien sabemos que en nuestro país no es tan honda, ni tan complicada la política que sólo por el presupuesto pueda sondeársela; ni desconocemos tampoco que cuando un gobierno está apoyado tranquilamente sin tropezar con pasiones ajenas, ni dando vuelo a las propias, el presupuesto tiene todas las probabilidades a su favor, i apénas da lugar a las disidencias. Pero su exhibición a los ojos del público, ántes o miéntras se discute, tiene otros objetos independientes de las luchas i de las contradicciones.

En nuestro pais donde tan poco jeneralizados

  1. Este articulo ha sido tomada de El Mercurio de Valparaíso de 5 de agosto de 1843. —(Nota del Recopilador.)