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CÁMARA DE DIPUTADOS

sion mensual durante mis dias i los de mi esposa para remediar de algún modo la miseria a que me hallo reducido. Séame permitido, Soberano señor, recordar que innumerables veces se ha oido en su seno el llanto del desgraciado, i quizas señalándose pensiones a personas, que si bien la merecen, no se encuentran en la indijencia en que yo estoi. Por tanto i recomendando a S. E. la pérdida de mi fortuna i de un hijo; que nunca se me pagó un medio por razon de sueldo; la mision al espionaje en la que esperimenté mas de cinco meses de trasnochadas i persecucion tenaz de los enemigos, para que en vista de todo gradúe mi justicia.

A S. E. suplico sumisamente se me señale al guna cantidad por los motivos i para los fines que he indicado.

Es gracia que solicito, Soberano señor. —Isidro de la Cruz.


Núm. 243

Excmo. señor:

Doña Jertrúdis Alvarez, viuda del finado don Gaspar Romero, antiguo i distinguido patriota del año 1810, vecino comerciante de esta capital, que tuvo créditos i dejó alguna fortuna que ha desaparecido por mi viudedad i pesada familia de 10 hijos; de ellos sólo quedan 7 hijas mujeres que aunque virtuosas i honestas amargan mis dias por la escasez i miseria a que me veo reducida, sin tener un rincon en que vivir, sin mas entrada que $ 15.5 reales que me da el Erario por montepío de uno de mis hijos muerto en la guerra de la Independencia, repito que no tengo mas entrada i ésta apénas sufraga al pago de la habitacion, i bien se deja entender las necesidades que sufriré para vivir con 7 hijas mujeres sin mas recurso que el espuesto i lo que producen nuestras costuras.

Tres hijos varones podian amparar mi vejez i ser el asilo de sus hermanas, pero los 3 han muerto en la guerra de la Independencia, i sólo han dejado a mi anciana edad las lágrimas i tristes recuerdos en que en otro tiempo fijé mis esperanzas, i aunque me consuela la gloria de que murieron por su patria, el hambre i la miseria sobrepuja casi siempre a este glorioso sentimiento.

Mi hijo mayor don Ramon Romero, capitan del Rejimiento número 1, de Coquimbo, falleció el 24 de Febrero del año 1819, en los Anjeles, en la accion de Negrete con los indios bárbaros, en que fué mutilado i despedazado según sus bárbaras costumbres; peleó hasta que lo levantaron en las lanzas i a vista de su jefe el coronel Thomson; me remito a los libros i apuntes de aquel rejimiento: por este hijo gozo $ 15 5 reales de montepío.

Mi segundo hijo don Fernando Romero i Alvarez del mismo rejimiento, alférez, falleció a las órdenes del mismo jefe en la accion de las Lajas con Benavides el año de 1820 a 26 de Setiembre.

El tercero don José Domingo Romero i Alvarez falleció en el Perú al servicio del Ejército que llevó el año 1820 el jeneral San Martin, salió de esta capital de teniente en el número 8 de los Andes al mando del coronel Martínez, fué uno de los que tomaron la Esmeralda i por su distinguido servicio en esta empresa lo hicieron capitan. Así constará de los libros de su Rejimiento i de la foja de servicios, siguió militando hasta que tuve noticia de su muerte, no sé en cuál accion, mas ni por éste ni por el otro hijo he tenido gratificacion alguna.

Dije que mi finado esposo habia sido decidido patriota i lo prueba el primer periódico de Chile donde se publicó su nombre i patriotismo; porque en aquel entonces i mucho ántes de la libertad de los esclavos dimos dos que temamos para el servicio de las armas, ámbos jóvenes de 18 a 20 años. Arsenio se llamaba el uno que murió en el servicio i Juan se llamaba el otro que vive aun i se halla en Coquimbo retirado e inválido.

Si, pues, mi distinguido patriotismo desde el primer crepúsculo de nuestra libertad; si la muerte de mis tres hijos varones en el servicio de su patria, i si la escasez i miseria de una madre anciana rodeada de 7 hijas mujeres exitan la sensibilidad de los padres de la Patria, yo me lanzo en sus brazos implorando de esa madre Patria regada con la sangre de mis hijos i florecida en triunfos i libertad, adelantada con leyes i constituciones que aseguran su independencia i esplendor: imploro, repito, el pan que me sufrague un escaso alimento i suplico a V. E. tome en consideracion lo espuesto para que atendidas mis circunstancias se me dé por gracia o compasion algún alivio a mis necesidades que enjugará mis lágrimas i servirá de estímulo a todo ciudadano para consagrarse al servicio de la República.

Santiago, 26 de Julio de 1843. —Jertrúdis Alvarez.