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CÁMARA DE SENADORES

mirar el señor Jeneral Moran el caso presente, para que, comparándolo con el del Jeneral arjentino, que el infrascrito citó en su nota del 13, deduzca que no son iguales, i se niegue a observar la misma noble conducta que en la evasion de este Jeneral observó el Gobierno de Bolivia. "El largo tiempo que han tenido de residencia en esta capital los emigrados chilenos; las relaciones que han contraído en esta época; las oportunidades i ventajas que disfruta el comercio i la falta de noticias que dejaron ignorante al que suscribe de los planes de los chilenos residentes en Lima, hasta despues que habían salido del Callao, no tienen nada que hacer con la diferencia o semejanza de los dos casos. Bien comprende el infrascrito la diversidad que hai entre uno i otro, pero ella en lugar de retraer al Gobierno del Perú de tomar una parte activa para buscar a los crimínales, debería estimular su celo para perseguirlos. La verdadera diferencia entre los dos casos está en que el Jeneral arjentino i los que lo siguieron, fueron mucho ménos delincuentes que los chilenos que han salido del Perú. Aquéllos abandonaron el territorio de Bolivia con solo sus personas; éstos han salido del Perú con un armamento completo. Aquéllos faltaron a la lei que les prohibía salir sin pasaporte del territorio donde estaban asilalados; éstos han agregado el crimen de engañar al Gobierno que les había conseguido hospitalidad, i emplean los buques de la armada peruana en llevar a Chile la guerra i la discordia. Allá el Gobierno de Bolivia, queriendo castigar a los cómplices, espontáneamente, de mútuo propio, mandó averiguar estrictamente quienes habían contribuido a la clandestina espedicion de los arjentinos quienes resultaban cómplices, por auxilios suministrados, por haberse ofrecido a un servicio personal o porque sabedores de semejante marcha no hubiesen dado el respectivo conocimiento a la autoridad local. Aquí el Gobierno del Perú no solo ha permanecido en inaccion, sino que desoye las justas pretensiones del representante de Chile, i se niega a emplear su autoridad para examinar el hecho i perseguir a los que hubiesen coadyuvado a ejecutarlo. Estas son las diferencias que el infrascrito encuentra entre el suceso de los arjentinos en Bolivia i el de los chilenos en el Perú.

El infrascrito se persuade que, examinada con mas detencion la cuestion presente por el señor Jeneral, Jefe Superior del departamento, i dando a las observaciones espuestas en esta nota el valor i la fuerza que tienen, se servirá acceder a la solicitud del infrascrito, mandando levantar el sumario que pidió en su comunicación del 13.

El infrascrito tiene la satisfaccion de repetir al señor Jeneral Moran la cordial estimación i el respeto con que se suscribe su mui obediente servidor. —Legación de Chile. —Lima, Julio 17 de 1836. —Ventura Lavalle. —Al señor Jeneral don Trinidad Moran, Jefe Superior del departamento de Lima i Encargado de las Relaciones Esteriores.


Núm. 98 [1]

Ya está instruido el público de que don Ramón Freire, con algunos individuos separados de esta República por su conocida aversión al órden, ha salido del Callao en los buques de la escuadra peruana Monteagudo i Jeneral Orbegoso, con la intencion de invadir nuestras costas, pertubar la paz de que gozamos e introducir en el Estado la guerra civil. Acontecimiento semejante, si debe mirarse con desprecio, atendiendo cuan poco puede influir tan impotente tentativa, no puede ménos que llenar de la mas justa indignacion aquien considera su injusticia i el insulto que se hace a Chile con un procedimiento inaudito, i que ha echado una mancha eterna sobre el jefe de la empresa i sus cooperadores. En tales circunstancias creeríamos faltar a nuestro deber si no hablásemos a nuestros lectores con la debida detencion sobre la gravedad del suceso, i no contribuyésemos a justificar la prevencion que jeneralmente se reconoce contra el hecho mas digno de la reprobacion de los ciudadanos.

Preciso es recordar las causas que dieron mérito para borrar a don Ramón Freire de la lista militar i para separarlo de la República. Don Ramón Freire que, a fines del año 29, había prestado su cooperacion para restablecer en el Estado la paz turbada por las infracciones de Constitucion, i por las tropelías que hicieron resonar el eco unísono de los pueblos; ese mismo con cuyo acuerdo se convocó un Congreso de Plenipotenciarios para restituir el órden, sacando a la República de la acefalía en que se hallaba por falta de un Gobierno Jeneral e interrupcion absoluta de sus relaciones; ese ciudadano a quien se fió el mando jeneral de las tropas para que cortase las desaveníencias que había entre ellas; él mismo, abusando de las grandes confianzas que se le hicieron, e incidiendo en las mas notables contradicciones, cuando ménos se esperaba, se declaró cabeza de la fuerza opresora de las libertades públicas, se negó a oir las razones mas fundadas con que la Junta establecida en esta ciudad procuró separarlo de sus errados designios, se dirijió con las tropas que le obedecían al puerto de Valparaiso, i cometiendo allí atentados de la mayor magnitud, zarpó de aquel puerto en los buques que pudo facilitarse, arribando al de Coquimbo, de donde partió para los puertos del Sur con una espedicion que causó los males tan sabidos en las provincias de Concepción i Maule, i que habría causado en toda la República desastres incalculables si afortuna

  1. Este artículo ha sido tomado del periódico El Araucano, número 308, correspondiente al 29 de Julio de 1836. —(Nota del Recopilador.)