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SESION DE 4 DE JULIO DE 1836

informe sobre el proyecto de fundación de la academia náutica. Este acuerdo consta en la providencia puesta al pié de la mocion del secretario. (Véase Cámara de Diputados en 16 de Setiembre de 1836.)


ACTA

SESION DEL 4 DE JULIO

Asistieron los señores Tocornal, Barros, Benavente, Echéverz, Eyzaguirre, Elizalde, Elizondo, Ovalle, Rozas, Vial del Rio i Meneses.

Aprobada el acta de la anterior, se dió cuenta:

De dos Mensajes del Presidente de la República: uno sobre establecer en Chile una metrópoli eclesiástica, erijiéndose en Arzobispado la silla episcopal de Santiago i un Obispado en Coquimbo i otro en Chiloé; i el otro, prorrogando, por seis meses, a beneficio de los deudores del Fisco, residentes en las provincias de Concepción i Maule, el término que se señaló por la lei de 15 de Setiembre de 1834; el primero se mandó pasar a la Comision de Gobierno i el segundo a la de Hacienda.

Se dió tambien cuenta del dictámen de la Comision de Guerra i Marina en la solicitud de la viuda de don Ramón Picarte, sobre que se le declare montepío; se mandó poner en tabla; i del de la Comision de Gobierno en la solicitud de los españoles Justo García, Pedro Jiménez, Tomas López, Luis José de Moya, Leandro Paz i Domingo de la Fuente sobre obtener carta de naturaleza; se acordó se pusiese en noticia del Presidente de la República que habían acreditado tener las calidades que se requieren para ser chilenos, para que les mande espedir la correspondiente carta.

Se leyó despues una mocion del secretario para que se establezca en Valparaíso una academia náutica, i se imponga a los buques chilenos el gravamen de seis reales por tonelada al año para atender a los gastos que demande.

No habiendo cosa alguna de que tratar, se levantó la sesión. —Tocornal, Presidente.


ANEXOS

Núm. 50

Conciudadanos del Senado i de la Cámara de Diputados:

El aumento de la poblacion de Chile i la elevacion de este país al rango de Nacion independiente, son incompatibles con el número de dos Obispados erijidos en los primeros tiempos de la conquista i con la sujeción de sus Obispos a un Metropolitano que tiene su silla en un pais estranjero. Son mui palpables los males que se siguen por la continuación de este órden de cosas i no pueden ocultarse a vuestra penetración. Separadas por largas distancias de la residencia de los Obispos las provincias de Coquimbo, Chiloé i Valdivia, no es posible que sean visitadas por ellos i atendidas las necesidades espirituales de los fieles que pueblan estas provincias situadas en las estremidades opuestas de la República; hace mas de cincuenta años están privados de los consuelos, auxilios i sacramentos que son esclusivamente peculiares al Episcopado, i esto ha debido suceder siempre por la dilatada estension de nuestras Diócesis, la dificultad de trasportes marítimos, la fragosidad de los caminos de tierra, las penalidades de tales viajes, sus costos, tanto mayores cuanto es la comitiva indispensable en casos semejantes, el recargo de las atenciones episcopales en Obispados tan vastos i, en fin, por la poca ajilidad que debe suponerse en las personas que llegan a obtener la mitra por méritos contraidos en los dos primeros tercios de su vida.

La actual situación de nuestras Diócesis es un obstáculo para la mejora de las costumbres, objeto de los desvelos del Gobierno, porque sin ella de nada sirven las leyes, las mejores instituciones i la libertad misma no pueden radicarse ni subsistir si les falta el amparo de las buenas costumbres. En las del común de las jentes quizá no hai otra causa que influya mas directamente que la conducta de los párrocos, i en el estado actual por mucho que esfuercen su celo los prelados de Santiago i Concepción, jamas conseguirán que sus efectos se hagan estensivos a los curatos remotos del Norte i Sur de la República. Sin que el freno de la autoridad tenga toda la fuerza conveniente sobre los que ejercitan un ministerio sembrado de peligros, no es posible divisar el punto hasta que pueden llegar los abusos, ni fijar límites a los estravíos de que es susceptible el hombre por la flaqueza de su condición. No debe, pues, pasar mas tiempo sin proporcionar de tal modo las sillas episcopales, que haga provechosa la vijilancia délos prelados, facilite la comunicación del pastor con el rebaño, se instruya de sus necesidades i ponga una cura oportuna a males que en la actualidad o no se advierten o son mal remediados.

Sin un Metropolitano i correspondientes sufragáneos, no podrán realizarse entre nosotros concilios provinciales que, siendo el apoyo de los dogmas i moral de la relijion, sirvan al mismo tiempo para purgarlo de los abusos introducidos en la disciplina. En los juicios eclesiásticos se siente un vacío que no puede llenarse sino con la erección de la Metrópoli; el dictámen de un solo juez produce sentencia irrevocable en los asuntos que mas afectan el corazon del hombre i sin las garantías que presta el órden de proce