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SESION EN 25 DE JULIO DE 1833

cas americanas, a excepcion de la de Méjico, i esto es tambien lo que se pretende en el proyecto, con la sola diferencia de que se quiere legalizar lo que se halla establecido de hecho i asegurar a la España que en nuestros consejos no prevalecen la piratería ni el robo, que no queremos despojar a nadie de lo que le pertenece, que Chile, en fin, es un pueblo ilustrado i que no desconoce los principios que le dictan la humanidad i la conveniencia.

Esta declaracion, aun prescindiendo de que el principio se halla establecido de hecho en nuestros limítrofes, no solo no está en oposicion con los derechos internacionales, que debemos a las Potencias amigas o neutrales, sino que es conforme a la práctica de todas las Naciones i a las reglas mas incontestables del derecho de jentes. Cada Estado es libre para abrir o cerrar sus puertos al comercio de los demás, i como no se le puede disputar este derecho i en caso de colision prevalecen los deberes que tenemos para con nosotros mismos, sobre las obligaciones que tenemos hácia los demás, cada Estado tiene, pués, plena facultad para disponer lo que juzgue mas conveniente a su bienestar, sin que ningun otro pueda arrogarse el derecho de reconvenirle por el ejercicio de este poder que es una prerrogativa inherente a la soberanía.

Chile, dictando esa disposicion tan conforme a los principios de humanidad i justicia que siempre le han dirijido, da una prueba inequívoca de su rectitud i jenerosidad, del íntimo convencimiento de su poder i de la indiferencia con que mira a su antiguo i desgraciado dominador. Esta conducta le hace acreedor a una distincion honrosa, i gana con su templanza después del triunto, tanta gloria cuanta supo adquirirse en los campos de batalla.

Pero se halla amenazada, se dice, nuestra seguridad i la de los demás Estados americanos. Para disipar este temor infundado, recorramos lijeramente nuestra posicion en 810 i la que tenemos hoi; comparemos nuestro Estado en ambas épocas con el de la España, i juzguemos después, por el resultado de esta comparacion, si los recelos quiméricos con que se pretende intimidarnos tienen alguna apariencia de verosimilitud.

La España orgullosa, con la posesion de la parte mas estensa i rica del universo, oyó indignada el primer anuncio de nuestra emancipacion política, i empeñando toda su actividad i poniendo en accion todos los recursos que le ofrecía la América, nos hizo la guerra con los mismos americanos, con la riqueza que producía nuestro suelo, con el inmenso ascendiente de sus mandatarios i con la opinion de los españoles, dueños entonces de nuestras fortunas. Chile, ya fuese por el antiguo renombre que le legaron los araucanos, ya porque dió de los primeros el grito de Independencia, o porque entonces era en realidad la parte mas débil, fué el blanco de sus empresas; contra él se dirijieron las fuerzas del Perú i de la Península; llenos de enemigos interiores i sin otro auxilio que un valor denodado, vencimos en todas partes ejércitos numerosos i aguerridos, i con sus propios despojos dominamos el Pacífico i nos dimos una Independencia que no tuvo por límites nuestro solo territorio.

Desde entonces marchamos con el progreso que es natural a una sociedad naciente, cuyo país abunda en riquezas de todo jénero; i aunque nuestras disensiones interiores han retardado la marcha de la prosperidad, somos sin embargo mas poderosos, nos vemos constituidos i después de algunos años de órden, la fortuna nos lisonjea por todas partes; la industria, el comercio i las artes prosperan, el Ejército se ha moralizado, la fuerza cívica se organiza en toda la estension de la República i la Hacienda recibe cada dia mejoras que nos aseguran uri feliz i pronto resultado.

La España, sin las Américas, destruida por la guerra que sostuvo contra la Francia, despoblada por las emigraciones de una continuada i desastrosa revolucion, dividida en su interior i próxima a caer bajo la minoría de una niña a quien se disputa el derecho i que apenas cuenta dos años, ha perdido todo su poder i el prestijio adquirido por una dominacion de 300 años. En ese estado, los que no temieron sus fuerzas en 810, los que le vencieron por mar i tierra, i los que fueron superiores a sus propias desgracias i pasiones por establecer el órden i la paz ¿podrán temerles en 833?

El mismo bosquejo que hemos hecho de Chile nos presenta con cortas diferencias las demás Repúblicas americanas. ¿I podremos a su vista considerar en peligro la Independencia que han adquirido i consolidado? Pero, nos hemos ido demasiado lejos. En el proyecto solo se permite venir a Chile a los negociantes españoles, a esos ciudadanos pacíficos que, por el mero hecho de residir entre nosotros, se hallan mui distantes de tener miras hostiles, como que dan por garantía de sus intenciones, sus personas i propiedades ¿los temeremos? ¿Dos o tres centenares de españoles desarmados podrán arrancarnos la Independencia que hemos ganado a despecho de su Monarca?

Entablando relaciones con la España abrimos un nuevo mercado a nuestros productos, compramos los suyos a menos costo i podemos ofrecerlos a otros pueblos, constituyendo un abasto o mercado útil para Chile. Pocos o ningunos serán los especuladores chilenos que vayan a establecerse en España i todos los que quieran gozar de los beneficios de este comercio, i los desgraciados súbditos de esa Nacion que se encuentran sin Patria i sin hogar, preferirán avecindarse en un país que les asegure sus propiedades, con quien han tenido antiguas relaciones, que posee el mismo idioma i que tiene la misma relijion i costumbres. Chile ganará entonces capitales i