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SESION EN 6 DE NOVIEMBRE DE 1832

para no rechazar el proyecto de reforma, nos creemos autorizados para pensar que la comportacion de los miembros que se manifestaron conformes con la proposicion antedicha, fué mui vulpina e incompatible con el encargo que recibieron.

Fuimos los primeros que promovimos la empresa de que se trata. Denunciamos a los pueblos las infracciones de la Constitucion, los indujimos a defenderla con toda la fuerza de su poder, les descubrimos sus defectos, les aconsejamos su remedio, propusimos la anticipacion de la Gran Convencion, presentamos las reglas que ésta debía seguir en sus trabajos i cuando debíamos tocar el término de la obra, vemos que se intenta hacer que desaparezca el ídolo a quien dirijíamos nuestros inciensos, i que por fuerza tributemos adoracion i respeto a otro, que, por mas que se diga, se conjeture i se suponga, no puede tener la aceptacion jeneral. Si el encargo de la Gran Convencion hubiera sido el de hacer una nueva Constitucion, de mui buena voluntad votaríamos porque se admitiese en jeneral el proyecto presentado, i entraríamos al exámen por menor de sus artículos; pero, no habiendo sido este objeto, debemos ser consecuentes con nuestros principios, fieles a nuestro deber i celosos de que se cumpla lo que se promete, i no podemos consentir en que en ningun tiempo se nos llame engañadores públicos, como podría justamente titulársenos, si conviniéramos en que se disiparan, como se intenta, hasta las sombras de la Constitucion de 828.

Inmediatamente que se publicó ese Código, conocimos todos los defectos de que adolece, i sin embargo, cansados con el desórden que le había antecedido, cooperamos, por nuestra parte, a que fuese reconocido, jurado i reverenciado, por que nos convencimos que aunque malo, si así quiere llamársele, daba forma a nuestras instituciones políticas, establecía en ellas un sistema de permanencia, i confiamos en que el tiempo i la esperiencia irían, poco a poco, corrijiendo sus vicios, porque estábamos ciertos que el estado de nuestras luces no nos permite hacer una obra completa en este jénero. Podemos asegurar, sin lisonja, que logramos nuestras miras, i que desde entonces se estableció en el país un principio de órden. Nos valimos de él mismo para cortar el desórden, i solo con invocar su nombre lo conseguimos. Conociendo, no obstante, que algunas de sus disposiciones embarazan la marcha de la administracion, abriendo el campo a turbulencias, pedimos su reforma en aquella parte puramente necesaria para evitarlas. Tuvimos la paciencia de sufrir los injustos embates que se nos dirijieron, porque se nos imputaba que, bajo el pretesto de una reforma moderada, cual propusimos, encubríamos el intento de destruir la Constitucion para entronizar el despotismo. No pensamos absolutamente que la reforma que se ha hecho justifique en manera alguna aquellas imputaciones, pero sí queremos dar a los pueblos una leccion práctica del respeto que merecen las instituciones destinadas a conservar su felicidad, dejando subsistir la forma de la Constitucion tal como salió de las manos del Congreso de 828, i agregando las modificaciones en capítulos separados para que cada uno pueda compararlas i apreciarlas. Trabajamos para el vulgo que se guía por los accidentes, i si se les sustituye a un objeto conocido, otro a cuya figura no está acostumbrado, aunque sea compuesto de los mismos materiales, se da ocasion a disturbios i diferencias que cuestan trabajo para apaciguar i cortar. Estas alteraciones en política, por pequeñas que sean, son de grave trascendencia, i ya la Gran Convencion ha oido dentro de su Sala que los proyectos que se han publicado dan motivo para temer algunas inquietudes. Se han despreciado estos anuncios porque los reformadores quieren dirijir la opinion pública, i no seguirla, porque la confianza de sí mismos les hace despreciar las advertencias de otros, i porque, dominados por teorías de un optimismo inaplicable, que no es admitido porque no es conocido, se han dirijido por este camino peligroso i estrecho, abandonando la conocida ruta de lo mas conveniente i absolutamente indispensable.

Nos urje el tiempo, porque en la noche de este dia quizá quede resuelta esta importante cuestion. Nos es preciso suspender estas observaciones sobre la discusion del proyecto en jeneral i concluir como de repente respondiendo al argumento Aquiles con que uno de los miembros de la Convencion sostiene la reforma. Este consiste en el respeto que tributa a la significacion esclusiva que da al verbo reformar que, en la quinta acepcion que pone la Academia española, equivale a estinguir, deshacer algun establecimiento o cuerpo político. Nosotros respetamos la primera que significa reparar, restaurar, restablecer, reponer, las dos partes de la segunda; correjir, enmendar, toda la tercera, la cuarta i la sétima. El argumento no tiene mas apoyo que la voluntariedad de su autor, i nuestra respuesta los sentimientos de la Gran Convencion manifestados en la noche que se presentó la proposicion de que ya se ha hablado. Estas cosas no se conducen por la significacion de las palabras, sino por la realidad i la exactitud de las ideas, es mui triste argumento violentar la significacion de un verbo para hacerse dueño de los destinos de un país. Con esta clase de lójica no hai razonamiento arreglado, ni ideas exactas, ni conocimientos verdaderos de lo que se hace. Por despedida ¿los partidarios del proyecto de reforma lo han cotejado con la Constitucion? ¿Han examinado si los artículos de aquél corresponden a los defectuosos de ésta, conforme al juramento que prestaron? ¿Quedarán tranquilos i satisfechos de haber llenado su deber con admitir a discusion el proyecto de reforma con el ánimo de ir aprobando o reprobando artículos en la discusion particular, para